Esta cinta de Tim Miller y protagonizada por un magnífico Ryan Reynolds, al que le sienta de maravilla su personaje, ha resultado ser una de las más frescas, divertidas y estimulantes sorpresas que nos ha dejado el cine de SuperHéroes en los últimos años, por lo menos desde la también magnífica "Kick-ass" que no veía algo parecido. La cinta resulta tremendamente alocada en casi todos su apartados, posee un humor irreverente e ingenioso que nos regala momentos desternillantes y sirve de parodia de su propio género, hecho que me resultó muy disfrutable, hacía tiempo que no me reía tanto. Una película que ya desde los títulos de créditos, y a lo largo de la misma, desvela su tendencia e intención a reírse de sí misma, y que rompe cualquier esquema y planteamiento convencional, mostrándose libre de ataduras para ser todo lo hilarante, transgresora y traviesa que desee ser. Y ahí es, precisamente, donde reside su punto fuerte y su gran mérito, en la originalidad de la propuesta, que le hace ser un producto único en un panorama fílmico repleto de cintas que parecen todas cortadas por el mismo patrón. Deadpool, sobre todo, se ha ganado el calificativo de diferente.

En el apartado técnico también juega a ser novedosa, donde se caracteriza, sobre todo, por el barroquismo en las escenas de acción y el uso del Slow Motion en las mismas para generar impacto visual en el espectador, a mí la escena que abre la película me ha encantado.

Supongo que habrá opiniones para todos los gustos y habrá a quien este tipo de humor y planteamiento no les funcione ni les convenza, pero a mí, personalmente, las sensaciones que me deja es que todo en esta cinta funciona a las mil maravillas para regalarnos el más efectivo y desacomplejado de los entretenimientos.