Kathryn Bigelow lleva a la pantalla los disturbios raciales acaecidos en Detroit en al año 1967, y los concreta en el asesinato a manos de la Policía de tres jóvenes negros en el "Motel Algiers", y lo hace sin tomar partido, simplemente describe los hechos que han tenido que ser reconstruidos con testimonios de los supervivientes, amparándose en una gran puesta en escena, en una impresionante labor de investigación, en unas actuaciones de actores poco conocidos pero absolutamente convincentes.

Nos deja a los espectadores para que a la vista de los hechos relatados nos formemos nuestra propia opinión sobre una de las muchas lacras de la sociedad americana, el profundo racismo que exhala todos sus poros, la animadversión e incluso el miedo que blancos y negros se siguen profesando y la profunda injusticia de un régimen judicial que permitía que los jurados estuvieran compuestos sólo de blancos cuando se acusaba a blancos de crímenes contra negros, algo que en mucha menor medida sigue ocurriendo en nuestros días, cuando nos describen en nuestros telediarios la muerte de negros a manos de la Policía por todo el país, no sólo en los Estados tradicionalmente racistas desde la guerra civil americana, su Guerra de Secesión.

Notable, 7.