No nos engañemos: esta no es una película de guerra al uso. La guerra aquí es el escenario para una discusión en torno a la cobardía y a la valentía, el cumplimiento o no de las reglas o los discursos antimilitaristas. Hay una peripecia que sirve de “Macguffin": la necesidad de encontrar unos documentos en el cuartel alemán de Bengasi en Libia, durante la segunda guerra mundial. La realidad es que nos encontramos ante una descarnada y ácida visión de la guerra, una reflexión un poco pomposa sobre el valor y la cobardía, lastrada por un exceso de psicologismo y por la propia gelidez expresiva de la película. Ray imprime a su película una visión distanciada en la que resulta difícil sentir empatía por una serie de personajes, cada cual más desagradable y repulsivo, puestos en una situación límite. La película también puede verse también como un alegato antimilitarista en el que el verdadero heroísmo muere y triunfa la vileza –con frases tan campanudas como “Usted es un uniforme vacío, almidonado de autoridad” dichas por la aguardentosa voz de Burton- pero como tal queda muy limitado, máxime cuando ese mismo año se estrenó una obra maestra tenebrosa, esencial y sobrecogedora como “Senderos de Gloria” de Stanley Kubrick. Curd Jurgens, un actor muy pesadote e inexpresivo y Richard Burton, que parece que estaba ensayando para su insoportable papel de Jimmy Porter en “Look back in anger” (1957, Mirando atrás con ira) de Ralph Richardson, no terminan de convencernos del todo, especialmente por sus cansinos diálogos existencialistas tan a la moda. Tampoco Ruth Roman consigue aportar mucho a tanta testosterona psicológica. Inesperadamente aburrida.