Una anciana millonaria a punto de estirar la pata, una medium de tres al cuarto, un par de estafadores y un taxista, son los ingredientes con los que tío Hitchcock contó para su adiós definitivo del mundo del cine. Y no, no se despidió por todo lo alto, pero es que servidor esperaba aún así algo más, lo que me lleva a pensar que no es sino aquí donde el mítico realizador inglés ha sido más sobrevalorado, porque, señores, La trama (o Family Plot) no es un producto menor en su filmografía, La trama, comparado a lo que solía servir Alfred, es una castaña de película. -Castaña, sí, pero entretenida-, dirán algunos; pues, tampoco se crean...

Esto no es más que una mediocre película de intriga con ligeros toques de humor que no funcionan, a Hitch lo que le apetecía contar era el devenir de dos parejas de estafadores con sus diferentes métodos de trabajo y estilos de vida, que ni actúan juntos, ni revueltos, pero que sabrán los unos de los otros gracias a una herencia. ¿Intriga, suspense?; pues de lo primero escaso y de lo segundo prácticamente nulo.

Vamos, que ni Hitchcock se encontraba en forma, ni los 70 era su década, ese plano de despedida mirando a cámara resume perfectamente lo que significaba para el realizador esta película y a quien tan sólo le faltó añadir en ese plano aquello con lo que se despedía de forma tan entrañable el cerdito más torpe de la Warner Bros.