Se trata de la típica película que disfrutas mientras ves dejándote llevar por lo hipnótico de las imágenes, y que luego, después de que acabe, cuando piensas detenidamente en lo que has visto terminas por comprender que te la han metido doblada.

Porque no se entiende, que semejante talento en crear escenas impactantes se encuentre al servicio de una historia tan plana, inverosímil... y, en definitiva, tan imbécil. Un argumento y un desarrollo dignos de un telefilm o de alguna peli de bajo presupuesto. El guión no tiene ningún sentido y no hay por donde cogerlo. El interés se supone que consiste en contemplar los tejemanejes de ese triángulo amoroso compuesto por una sobrina rarita, un tío más raro todavía, y Nicole Kidman. Pero ya me dirán... con semejante puñado de seres estrafalarios sólo cabe preguntarse qué importancia puede tener nada de lo que les suceda. Pues ninguno, oiga, ninguno.

Pero ya digo, que mientras dura es de esas que te mantiene pegado a la butaca. Supongo que se necesita talento para eso... pero no es el talento que a mí me gusta.