En Río de Janeiro, la agobiada y atareada Irene (más que correcta Karine Teles) cuida como ama de casa a cuatro hijos con un marido pasivo, en una humilde casa que se cae a cachos. También acoge allí a su hermana y sobrino, que huyen de los malos tratos del padre drogadicto. Su hijo mayor, Fernando, prometedor portero de balonmano, se va a estudiar a Alemania. Muchos frentes abiertos que desmoronan su paz y estabilidad, pero que afrontará con fuerza y con una sonrisa. Un argumento de drama social que, sobre el papel, tan sólo podría augurar un filme depresivo de vidas desoladas, penurias y superación ante los obstáculos. Nada más lejos de la realidad. En esta ocasión, Pizzi no rebaja la gravedad de los hechos pero apuesta todo a un tono alegre y divertido, conciliador, sin trazas de tristeza ni derrotismo. Salvo en contadas excepciones, Irene sufre y recibe todo como una contrariedad, pero no se viene abajo y sigue adelante. Irene que es el gran núcleo del filme, gracia del buen hacer de Teles. Una narración elevada con una hermosa fotografía, de planos generales con mucho aire y travellings angulados que juegan con la perspectiva. El resto de personajes son muy entrañables, y contribuyen en compañía a ofrecernos momentos cómicos muy efectivos, en particular el orondo Rodrigo y su tuba a cuestas. Un caso genuino y llamativo de cine social sobre familias humildes filmado con sencillez, mucha realidad, corazón y un vitalismo poco común en estos argumentos y en los dogmas de estilo del cine de hoy.

El reparto está acertado, pero ninguna de sus interpretaciones supera la eficiencia y de la buena dirección de actores. Allí donde la relación entre Irene y Fernando está muy bien dibujada, el resto permanecen en la superficie. Y a la hora de filmar hay buenas intenciones de creatividad, pero bien por colores o bien por encuadres el filme ofrece pocas imágenes para el recuerdo. El interés siempre se mantiene, pero jamás llegamos a un momento explosivo de pleno disfrute audiovisual. Una película que se disfruta sin expectativas y en la que todo está bien, pero en la que nada llega a estar muy bien.

Tierna, divertida y motivacional, Benzinho es una película bondadosa que no cala en lo más hondo, pero que logra narrar su relato con personalidad propia.