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España España · Granada
Voto de Kikivall:
7
Quinqui Stars
2018 España
Documental, Intervenciones de: Ramsés Gallego, Mery Cuesta, Blondie ...
4,9
478
Drama. Documental Película en la frontera entre el documental creativo y la ficción, que comienza en los años de las transformaciones ocurridas entre los años 70 y 80 en las barriadas periféricas de Madrid, que afectaron a muchos jóvenes y les abocaron hacia la delincuencia. Todo ese proceso de cambios sociales, políticos, económicos y urbanísticos en los barrios obreros y el modo de vida de los jóvenes de la periferia son un documento histórico que nos ... [+]
5 de marzo de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine quinqui fue mal considerado durante décadas. Sin embargo llenaba las salas. Puede ser cierto eso de que “hay cine de ricos y cine de pobres”. El controvertido escritor y filósofo rumano Emil Cioran vaticinó que "el futuro pertenece a las barriadas periféricas del globo"; o también afirmó que se adquiriría un mayor conocimiento sobre la vida siendo barrendero, que dedicándose a los estudios filosóficos. Empiezo con Ciorán que era en cierto modo un marginado, alguien a quien le costaba mucho integrarse.

El quinqui es igualmente marginal, limítrofe, como aquellos jóvenes setenteros a quienes les tocó el final de la dictadura con el regocijo y la inconsecuencia de la droga, los coches robados, la experiencia de ser perseguidos por la policía, aquellos jóvenes del tirón al bolso y a correr porque había que comprar caballo o cualquier otra mierda para meterse un chute.

Tenemos en España a un importante cineasta “social”, Juan Vicente Córdoba, quien en 2016 recibió un premio Goya 2016 al mejor cortometraje-documental por “Cabezas habladoras”, donde personajes de la vida cuentan ante la cámara sus aspiraciones y sus sueños.

Córdoba es el director de esta película, la última afín al subgénero quinqui, “Quinqui Stars”, en la frontera entre el documental creativo y la ficción, que arranca en las transformaciones habidas entre los años 70 y 80 en las barriadas periféricas de Madrid, y sus repercusiones en una juventud camino a la delincuencia.

Hace sólo unos días escribió en la prensa: “En los 70, en Entrevías-Vallecas, el descampado brillaba como el espacio quinqui en los límites de la ciudad. Entre los terraplenes, los vagones y las vías, los quinquis pasábamos el tiempo peleando al calor de una hoguera subidos a un Seat 124 bebiendo litronas, fumando canutos y escuchando el casete. Éramos rebeldía y marginalidad. En mi barrio, Santi el Loco, el Munster, el Roger, el Tejera eran como el Torete, el Vaquilla, el Manteca, el Mandarina, el Fitipaldi, el Pesicolo y el Jaro (…) una cultura popular de barrio tardofranquista dominante de hormonas masculinas donde la mujer solo era un objeto de deseo. Un tiempo violento y fugaz”.

Juan Vicente Córdoba en este gran documental hace paralelismos entre pasado y presente, con el barrio como patria. La cinta sigue los pasos a Ramsés Gallego, “El Coleta”, un músico rapero en precario empeñado en hacer un documental sobre la música del cine quinqui, con Los Chunguitos como paradigma. El Coleta rastrea las huellas del espíritu contracultural de las películas de De la Iglesia y De la Loma. En el camino se encuentra gente diversa: supervivientes de la época, eruditos en la materia y movimientos contestatarios y feministas.

La sensación que se saca es que los auténticos problemas sociales de exclusión y marginación siguen ignorándose y que los actuales quinquis visten de manera elegante con traje y corbata.

Hablamos de un tiempo de mucho paro, pocas ayudas a los desempleados, mucha transgresión y jóvenes que adoptaron la forma de actuar de aquellos pandilleros reales y del celuloide; jóvenes convertidos en fantasmas cuando la heroína empezó a entrar a saco con su estela de muerte y desesperación. Afirma Vicente Córdoba que: “No existimos por nosotros mismos, sino por los elementos que han rodeado nuestra formación”.

Decía Eloy de la Iglesia que él sufría «un mimetismo de lo escabroso» o vértigo de lo marginal y escabroso, a la vez magnético. Córdoba toma nota de las enseñanzas del maestro, de De la Loma y de Saura en un intento de recuperar el cine hiperreal, agresivo y repudiado por los bien-pensantes. Ese relato que la Transición dejó de lado por sucio y crudo. “El filme construye una intensa, emotiva y sobre todo visceral apología de los límites”. Una reivindicación nostálgica de aquella forma de enfrentarse a la vida más dura, especie de actualización del discurso “quinqui”.

En el director de esta cinta ha habido la necesidad de ordenar su vida y su mundo, lo que le ha llevado a recuperar el movimiento cinematográfico quinqui, tan infamado por la clase “bien” como cine de delincuentes y chorizos, sin tener en cuenta que es un cine que bebe de la necesidad de afrontar nuevas formas del compromiso.

Además, lo que ocurría en los años 70 u 80 ha cambiado, pero la situación sigue siendo bastante preocupante: fracaso escolar, violencia de género, inmigrantes extranjeros, etc. Por lo tanto, lamentablemente vigente.

Quiero señalar en legítima asociación, la hermandad de esta cinta con otra de 2016 de título “Criando ratas” de Carlos Salado, comentada en estas páginas: https://www.filmaffinity.com/es/user/rating/559502/577407.html
Kikivall
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