Don Siegel, ese gran director de Chicago, da a luz este western interesante, repleto de estrellas ya con cierta edad y que cuenta la historia de John Bernard Books (Wayne), un pistolero legendario y enfermo que decide regresar a su ciudad de origen. Allí tendrá que afrontar los últimos duelos de su vida ante unos bandidos con los que tiene que saldar sus cuentas.

Último filme de un inconmensurable John Wayne, donde aparecen igualmente los míticos Lauren Bacall y James Stewart, así como un jovencísimo Ron Howard, quien luego sería un popular director de cine.

En este oeste del siglo XX, crepuscular, podemos visionar una entrañable revisión de los viejos códigos del western, lo cual acaba constituyendo todo un canto lírico a un tipo de cine que desaparecería junto al mitológico John Wayne.

Está claro el estilo austero y seco de una también antológico Siegel que sabe captar la imagen rocosa de Wayne y toda una reflexión sobre el paso del tiempo, su transcurrir, la vejez y la enfermedad, todo en clave de buen cine.

Wayne en el arquetipo del pistolero duro, íntegro y valeroso. Un último precedido por flashbacks de las más famosas cintas de Wayne, lo que subraya la sensación de testamento que tiene este filme.