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España España · Granada
Voto de Kikivall:
8
Drama En la cima de una imponente montaña, donde lo que a primera vista parece un campamento de verano, ocho muchachos guerrilleros apodados “Los Monos» conviven bajo la estricta instrucción de un sargento paramilitar. Su única misión es la de cuidar a "la doctora" (Julianne Nicholson), una mujer norteamericana a la que han tomado como rehén. Cuando esta misión empieza a peligrar, la confianza entre ellos empezará a ser cuestionada. (FILMAFFINITY) [+]
24 de febrero de 2020
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sobre una solemne montaña, surge lo que parece un campamento de verano. Ocho chicos y chicas viven allí entrenando y armados con AK-47, se les llama los Monos. Utilizan unas instalaciones defensivas como vivienda, en un rígido régimen jerárquico militar. Son jóvenes al servicio de una guerrilla paramilitar que tienen como misión vigilar a una doctora estadounidense (Julianne Nicholson) secuestrada y en espera de cobrar un rescate por ella.

El brasileño Alejandro Landes nos lleva de las manos de su cámara a las montañas de Cundinamarca, en Colombia, y se va adentrando hasta un territorio agreste dentro del cual se confunde el valor de la vida y de la muerte. Es un escenario tan silvestre que el instinto manda sobre la razón. Más altos que las nubes, los ocho muchachos armados hasta los dientes son auténticos seres inmaduros pero listos a volarle la cabeza al que asome por su feudo.

Cuando el disciplinario instructor que los entrena se marcha, son ellos los exclusivos responsables de lo que allí ocurra. Se prodigan las fiestas con alcohol, celebración de un cumpleaños, bailes en torno a la hoguera y así, esta espiral alocada con las hormonas por las nubes y lo propio de la edad, va haciendo olvidar que su pertenencia es a una organización militar precisa a la que deben obediencia y disciplina.

Destaca en esta cinta la belleza de los paisajes, la luz, una cámara en comunión con los bosques, las encrespadas pendientes, los torrentes de ríos y manantiales. La esplendente fotografía de Jasper Wolf pinta la pantalla de vibrantes colores, verdes refulgentes o cielos tono pastel. Acompaña síntónicamente la estupenda música de Mica Levi. Y cuando todo este lienzo de música y luz parece anhelar la hermosura cósmica, nos tropezamos frontalmente con la saña, el salvajismo y la brutalidad de que son capaces los protagonistas.

En el film la fotografía está minuciosamente trabajada por Landes, cuyas secuencias de corte naturalista se toman su tiempo para que podamos ver y entender que esa realidad asilvestrada toca de lleno a los jóvenes guerrilleros que parecen sumirse en cierto estado regresivo y selvático, donde la supervivencia es crucial; abundancia de primeros planos de rostros de los confusos jóvenes-monos. Toda una atmósfera inquietante, pues aunque parece la cosa un juego, sin embargo las armas de todo tipo que portan son reales. En ese espacio, la misma doctora se ve obligada a encarar sus propias contradicciones morales, pues su realidad está muy lejos de su mundo civilizado.

En la segunda parte del filme los acontecimientos se precipitan y los jóvenes forman su propia célula; en ese paraíso de Adán, la demencia sobrevuela las mentes de los jóvenes que eligen a su líder y se apropian de la prisionera. Será el gran comienzo del brote de locura que pone de manifiesto lo arbitrariedad de cualquier guerra. El filme se precipita por la pendiente de la sinrazón, en un plano final, momento en el cual ya no discernimos entre secuestrador y secuestrado, entre el bien y el mal.

El grupo paramilitar de los muchachos es de difícil calificación, con personajes ultraviolentos como Patagrande, muy bien interpretado por Moisés Arias; los chicos y chicas, son capaces de mostrar su faceta edulcorada infantil y cándida como compañeros de juego, o derivar por la brutalidad cuando golpean sin piedad a un compañero para divertirse. Grupo impredecible y alocado, y un estudio arrollador sobre la violencia, que mantiene al espectador inseguro sobre si el siguiente corte irá acompañado de felicidad, de éxtasis dionisíaco o directamente de pesadilla.

Película apabullante en lo visual y en lo sonoro que concluye de manera tremenda y paradójica, entre el horror y la belleza.
Kikivall
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