Una hermosa mujer afgana, Nafás (Nelofer Pazira) ha decidido emprender un largo viaje desde Canadá donde vive, hasta Kandahar. Su objetivo es encontrar a su hermana de la cual tiene noticias de que ha intentado suicidarse.

En ese viaje, Nafás se irá encontrando con una sucesión de variopintos personajes. El espectador presencia y es testigo de la condición de la mujer en las lejanas tierras afganas marcadas por la represión brutal y por la guerra.

Fiel reflejo del país afgano bajo el régimen talibán, esta cinta fue estrenada inopinadamente en la misma época que EE. UU. atacó el país tras los atentados del 11 de Septiembre. Este hecho sirvió para promocionar la película de forma adicional y accidental.

Excelente dirección del escritor y activista iraní por los derechos humanos Mohsen Makhmalbaf, quien también es autor de un libreto estremecedor.

Excelente la música de Mohammad Reza Darvishi y gran fotografía de Ebrahim Ghafori.

En el reparto y de manera muy eficiente actores y actrices como la Pazira, Hassan Tantaï, Sadou Teymouri y Hayatalah Hamiki que cumplen el cometido de trasladar al espectador tanto la atrocidad como la belleza de esta obra.

Cuando la vi en su estreno, estaba yo en la Argentina, y recuerdo que me impresionó profundamente. Igual ocurriría si la viera hoy pues el régimen talibán y sus consecuencias sociales, humanas, sobre todo con las mujeres (lo que está de gran actualidad), son auténticamente inhumanas, surrealistas, oníricas, crueles o kafkianas, según se mire. Pues debajo de cada burka hay una mujer que anhela arreglarse, pintarse, maquillarse y lo hace debajo de esa horrible sotana con capucha arábiga que es la pura negación de la persona, la extrema invisibilidad.

Y de las leyes y barbaridades aplicadas, del abuso y el mal trato, ni hablar. Pareciera que estemos en los tiempos de la prehistoria o mucho peor. Primitivismo, salvajismo e impiedad.