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Estados Unidos Estados Unidos · New York
Voto de Lucien:
3
Comedia Woody Allen parte de una película japonesa de espías ("Kagi No Kagi") en la que sustituye el guión original y los diálogos por otros completamente diferentes. El resultado es una película que cuenta las aventuras del agente Phil Moskowitz, que participa en una arriesgada misión para conseguir la receta de “la mejor ensalada de huevo del mundo”. Moskowitz, con la ayuda de las hermosas Suki Yaki y Teri Yaki, debe impedir que esa receta ... [+]
30 de septiembre de 2009
12 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de pasar de Bachelard a esta película, he concluido algo decisivo (al menos para mí), que, del mismo modo que hay chistes para contarlos en plena borrachera, hay películas que sería mejor verlas una vez bebido. La ópera prima de Woody Allen pertenece a este género: no hay modo de visionarla sobrio, aunque quizá con tres copas de vino pudiera resultar hasta divertida.
Aparte de esta conclusión, algo frívola, cabría hacer algún comentario añadido. En un país como el nuestro, donde el doblaje es natural, es difícil comprender el sentido del humor de esta cinta. Para los Estados Unidos el doblaje no ha existido y es algo que de partida provoca muchísima hilaridad, porque les resulta terriblemente chocante que la voz no coincida con el movimiento de los labios. Vamos, que se parten con tamaña tontería. Al verla en su versión original , se ve que el meollo de la película es parodiar el hecho del doblaje (como tiempo más tarde Allen haría con el uso de subtítulos). También sirve para parodiar ciclos de espionaje a lo James Bond y también el cine de género oriental. Hoy el doblaje humorístico es algo muy visto, pero es algo que entonces resultaba novedoso. Lo que no es de recibo es montar 80 minutos con técnica tan elemental (y ya tan pasada de moda).
Por otro lado, cabría preguntarse por qué razón nos hemos tomado tan en serio el cine de Woody Allen. A uno que le gusta su cine y se tragado más de veinte películas suyas, nunca se le ha ocurrido pensar que Allen era Bergman, o Dreyer o Truffaut. Allen es a ratos culto, pero muy a menudo ostentosamente gamberro y su cine y su literatura está tan plagada de desafueros como de genialidades. Esta cinta no es más que la plasmación de una de sus facetas, la faceta de gamberro profesional. Así que si se animan pueden ver la película: a condición de que lo hagan borrachos y acompañados de amigos. Cine ebrio en estado puro.
Lucien
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