Darín es un campeón que interpreta a otro campeón, alguién capaz de vencer a cualquier en el ring de los juzgados. Sus golpes son certeros y su inteligencia afilada. Incapaz de interpretar al malo de la película, Ricardo Darín es bueno por naturaleza y, como abogado, no le corresponde otro papel que el de defensor de las causas justas. Dotado con el don de la intuición y un olfato perruno, es el mejor dotado para dejar knockout a cualquier criminal que se le interponga en el camino.
El día del combate final, no obstante, las apuestas no se acaban de decantar por ninguno de los dos contrincantes ¿Será capaz la justicia de imponerse sobre el crimen? ¿Encontrará Darín la prueba que tumbe sobre la lona al asesino?
El combate ofrece un suspense máximo, es un pulso en las alturas. Si la justicia fuese tan perfecta como el amor, el abogado Roberto Bermúdez ganaría fácilmente, pero la justicia es imperfecta porque se rige por leyes y organismos creados por los hombres, seres imperfectos, y este es precisamente el talón de Aquiles de Darín.
El combate es largo, y la violencia es tal que uno de los dos está condenado a morir.