Veo mucha hipocresía. A la matriarca, en un nuevo arrebato de autoritarismo, se le viene la idea de hacer una fiesta en honor a la abuela demente, y al final están todos a su rollo pasando totalmente de la homenajeada, que llegado un momento se retira a su aposento a morirse sola. La gente sana no puede relacionarse con gente mentalmente ida, es un sinsentido y en el fondo son conscientes todos, es algo fácil de entender, que a la abuela la fiesta se la bufa porque no se entera de nada, y es más, vivir con una persona que ha perdido la cabeza es un estorbo para todos, y por otro lado una persona así estaría mejor en un centro con profesionales que sepan que cuidados hay que brindar en esta etapa de la vida, y no bajo la supervisión de una desgraciada que ha nacido en el lado equivocado del mundo a la que tienes semiesclavizada, pero hay que mortificarse, hacerlo por mamá, porque así lo dictan las normas sociales y si te atreverías a decir lo contrario serías un insensible, etc. Y cuando se muere, todos lloran pero a los cinco minutos se los olvida y siguen con su vida. Y es que en verdad es un quebradero de cabeza menos, excepto para la pobre sirvienta que se ha quedado sin trabajo (a destacar el detalle de que la matriarca, durante la noche de la fiesta de la anciana, cuando esta ya se estaba acercando a su fin, invita a bailar con ella a la saturada sirvienta, como queriendo aunque solo sea por unos minutos hacerla participe de la celebración, hacerla sentir que es una de los suyos (¿con qué intención? ¿por capricho, aburrimiento?) Todo para a la mañana siguiente, al estirar la pata la carcamal, indicarle la puerta de salida sin preaviso, como quien abandona un enser que ya le he dejado de prestar utilidad. No se puede actuar con mayor crueldad, desconsideración ni de una manera más ruin).

La niña a la que le parece que le falta un hervor anda que poco ha tardado en aprender de las tácticas de su madre, de mover las cosas para que sean a su antojo. Me refiero a cuando evitó a que Libertad, la hija de la chacha, se fuera a las Islas Baleares junto a un chaval, desvelando el plan al padre de este, pues ella era la única amiga que tenía en ese lugar de ensueño o cárcel de oro, mejor dicho, en la que no tiene nada que hacer en lo que apura entre hastío y ociosidad una temporada de vacaciones que más bien parece una condena de exilio. Libertad odiaba estar ahí y tampoco le caía bien aquella retraída niña gomela, pero se juntó con ella a falta de algo mejor mientras que su carácter espontáneo, intenso y aguerrido es lo más auténtico que probablemente haya conocido Nora (que se da a entender que padece problemas de socialización) de ahí que la quiera solo para ella.

He redactado mis impresiones con bastante efusividad, pero no puedo decir que haya disfrutado con el visualizado, se me ha hecho pesado. Igual es una buena película porque hace una sutil denuncia de todo esto, pero me cuesta disfrutar si no empatizo con ningún personaje aún a sabiendas de que sean tóxicos, o no haya una interpretación especialmente carismática que robe mi atención (esta es una película casi coral, cosa que no suele ser de mi entusiasmo, que reduce la presencia masculina prácticamente a la figura del apuntador, mientras que el peso actoral/protagónico lo llevan las dos adolescentes).