El propio autor de la obra de teatro, John Patrick Shanley, se encarga de realizar la adaptación cinematográfica de «La duda», película que me parece imposible que deje indiferente a nadie. A veces, donde menos te lo esperas, surgen las buenas películas. No hay duda.

Atrapa desde el primer minuto y, lo más difícil, se adentra con profundidad en temas como la religión, las convicciones o las apariencias. En este sentido, los personajes muestran mil caras de una misma naturaleza, imposibilitando las clasificaciones. Admirable en mi opinión la monja Aloysius Beauvier, religiosa preconciliar de una fuerza deslumbrante, firme pero bondadosa, dura pero sensible, amarga pero esposa enamorada de un muerto más de una guerra de tantas. Su antagónico será el padre Flynn, aseado y simpático, adherido a los nuevos aires eclesiásticos, afectuoso, de uñas largas y flores secas entre las hojas de su Biblia. Si tuvieras que dudar de alguien, ¿de quién dudarías tú? En cualquier otra circunstancia con tendencia al estereotipo vacuo y facilón, la duda hubiera recaído en la monja inflexible, que como es de la vieja escuela, tiene que ser más oscura y mala que el tolerante cura que introduce canciones laicas en la Navidad y quiere ser amigo de los niños. Por fortuna, Shanley no es tan simplista ni manipulador y, por lo tanto, es mucho más sincero.

Yo he decir que creo firmemente en la culpabilidad del sacerdote Flynn, y además opino que la película va soltando pequeños detalles y grandes diálogos que lleven a esa conclusión. La trama es puntillosa, no deja nada al azar, demoledora por momentos. Especialmente soberbia, la intervención de Viola Davis como madre desesperada que lleva hasta un límite espeluznante su preocupación por su hijo, así como el enfrentamiento final entre Hoffman y Streep, donde se tocan dilemas relacionados con la confesión, el pecado y la culpa.

Sin embargo, «La duda» comete el error de quedarse muy corta y de pretender mantener la confusión a toda costa, aunque ya no tenga sentido seguir fingiendo lo que no es. El desenlace es muy flojo, sabe a poco, y hubiera necesitado de más contundencia en la resolución de los conflictos. Porque al final, ¿qué? ¿Qué quiere decirnos? ¿Que es imposible saber la verdad, y mejor nos callamos ante la duda? Espero que no.

Una pena que tenga ese desenlace porque el resto es bastante bueno. Muy interesante y muy actual. Más que recomendable.