Una historia que no tiene conclusión, ¿cómo debemos valorarla? Es lo que sucede con «Ataque a los titanes», de la que se anuncia la segunda temporada para primavera. Nos toca esperar y ver.

Anime de ciencia ficción que nos cuenta la guerra de la humanidad contra unos seres carnívoros y gigantescos llamados Titanes en lo que he llegado a la conclusión de que es un universo alternativo al nuestro. Es la única explicación coherente que le encuentro, pero de momento no está confirmado. Bueno, el planteamiento resulta un poco difícil de creer por un mero sentido práctico, como el abastecimiento durante un siglo encerrados entre muros, pero sin duda lo peor es la forma de lucha contra los Titanes: ¿de verdad nos quieren convencer de que el arma más sofisticada y eficaz es ese «equipo de maniobras tridimensionales»? ¿En cien años no han ideado armas más potentes ni mortíferas? Por favor. Está clarísimo que los humanos no han planteado bien su defensa, porque se limitan a dar saltos y a volar cuando las tácticas de guerras deberían ser mucho más inteligentes y brutas, no tan ideales ni estrambóticas como un corte limpio en la nuca enganchados a los edificios. Esto le hace perder bastante sentido común y empatía.

Los primeros capítulos verdaderamente son chocantes y a pesar los lagrimones que le salen a los personajes, yo me estaba riendo de lo lindo. Qué grandilocuencia en todo lo que hacen, qué histrionismo, qué situaciones ridículas (como el de «la chica patata» en el entrenamiento). Luego la cosa mejora, o te acostumbras, no lo sé, y te vas metiendo en la historia y la intriga que se presenta, porque es cierto que despierta curiosidad por saber qué está pasando. Eso sí, tengo la impresión de que las diferentes tramas se cuentan de forma precipitada: de repente aparecen nuevos personajes, de repente aparecen nuevos enemigos, de repente aquellos dos eran superamigos, de repente nos olvidamos de algo importantísimo; por ejemplo, la llave y el sótano, que es demasiado crucial como para que nos tiremos años sin volver a oír a hablar de ello y cuando se recupera... vuelve a olvidarse.

A ver, el protagonista Eren es el típico moñas que solo por tener el papel principal hay que pelotearle todo lo posible y ensalzarlo por encima del resto. Su personalidad se balancea entre la psicopatía y la inutilidad, excepto cuando le pasa «eso» que le pasa y que se descubrirá en el capítulo siete, y ni aun por esas. Lo de Misaka parece ya directamente cachondeo: una niña que inspira miedo a chavales adolescentes y que tiene una extraña obsesión/ adhesión /sumisión hacia Eren. Nos explicarán el motivo en el capítulo seis, pero este motivo es todavía más delirante y preocupante. ¿Habrá una causa real para esa perfección casi artificial de Mikasa? Lo veremos. A mí el que de verdad me gusta es Jean Kirstein, de momento mi personaje favorito. Por su capacidad de rectificación, por su conciencia sobre el deber y el querer, por su lealtad, por la aceptación de sus propias debilidades, por su entereza, por cómo madura capítulo a capítulo, por ser el más atractivo y el que tiene más espíritu de caballero andante, con beso incluido al mango de su espada antes de la batalla. Jean, tú eres el líder, no dudes más de ti.

Por cierto que la animación es destacable, pero en concreto hay dos características que no me gustan nada: los contornos tan gruesos que perfilan a los personajes (en el caso de Armin es muy llamativo) y las rayas negras en los rostros como recurso de expresividad. No, en serio, de verdad que no queda bien.

¿Quizá con la historia completa termine por conquistarme? Esperaremos el segundo ataque.