Para enamorarme de Harrison Ford, quiero decir. Este piloto «sencillo» que protesta mucho y vive su vida con toda calma, es un pedazo de galán. Quinn Harris aparece con un mono de mecánico azul, desabrochado y sin camiseta, y estoy segura de que deja con la boca abierta a la eficiente y urbanita Robin. Me gusta esta pareja.

«Seis días y siete noches», de la que tampoco es que me esperase gran cosa, resulta ser una comedia romántica de lo más entretenida y, por momentos, hasta graciosa, sobre todo cuando se remarca la eterna guerra de sexos y se realzan las virtudes y los defectos de los hombres y de las mujeres. Reconozcamos de una santa vez, sin miedos ni prejuicios, que nosotras queremos que nos protejan y nos cuiden; y que vosotros, los varones, queréis mujeres a las que proteger y a las que no podáis decirles nunca que no. Así es como todo funciona a las mil maravillas.

Aventuras exóticas, playas muy bonitas, secundarios que dan bastante juego y un amor simpático y comprensible en la soledad de una playa desierta. También creo que estos dos se hubieran enamorado en cualquier lugar del mundo. Disfrútala.