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Voto de Kaori:
5
7,4
97.744
Thriller. Intriga. Drama. Ciencia ficción
En Londres, a finales del siglo XIX, cuando los magos eran los ídolos más aclamados, dos jóvenes ilusionistas se proponen alcanzar la fama. El sofisticado Robert Angier (Hugh Jackman) es un consumado artista, mientras que el tosco y purista Alfred Borden (Christian Bale) es un genio creativo, pero carece de la habilidad necesaria para ejecutar en público sus mágicas ideas. Al principio son compañeros y amigos que se admiran mutuamente. ... [+]
21 de noviembre de 2014
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estoy leyendo unas teorías rarísimas en algunas críticas y no puedo pasarlas por alto porque me parecen verdaderamente equivocadas. Prestad atención. Tesla. Jackman. Spoiler.
Para mi el mayor truco de esta película es que, pese a todos sus fallos, se gana mi simpatía. Lo cierto es que su historia no es que me guste demasiado, ni tampoco sus personajes, y ni mucho menos el estilo espress de Nolan; express por lo de ir rapidito y sin pararse, lo que no es un halago. El guión entra en un juego temporal de flashbacks y diarios personales que lo único que hace es complicar y aburrir la trama, y las trampas sobre los trucos de magia son constantes. Yo lo siento mucho pero no me creo que haya un doble tuyo en tu misma ciudad y a la vuelta de la esquina; ni que durante toda una vida nadie, absolutamente nadie, descubra el «prestigio» del amigo Alfred, cuando está cantado. Uno mismo desde su casa ve que algo raro hay, así que cuanto más una mujer o una amante, o sencillamente cualquier persona con ojos en la cara. Además, Alfred se complica la existencia de mala manera, sin ningún motivo. De nuevo la pedantería de Nolan sale a relucir queriendo dramatizar lo que no es dramatizable. Con todo, la película mantiene tu interés a partir de la primera hora más o menos y al final hasta te haces el sorprendido, más que nada porque caes en la paranoia de Lord Angier: no puede ser tan fácil y menos aún tener una solución tan inverosímil.
Sea como sea, es evidente que la época decimonónica engancha y el ambiente de magia, ciencia y espíritu visionario es atrayente de por sí. Ahí hay buen material para una buena película. En otra ocasión, claro. Además, qué queréis que os diga, los tres actores principales valen ellos solos tu tiempo invertido. De hecho, el resto es un mero decorado para que ellos vivan y se luzcan. Michel Caine es Michael Caine. Basta y sobra. Clase por los cuatros costados. Hugh Jackman, lejos de encasillarse en mutaciones lobunas, se desenvuelve a la perfección en cada papel, y en este caso como noble obsesivo, víctima y verdugo a la vez, está maravilloso. Christian Bale y su irresistible boca (lo siento, tenía que decirlo) aportan ese empaque metódico y pétreo que transmite toda su persona, tan seguro como infalible en cada personaje; por cierto que su Alfred es para mi es el responsable de casi todo, con una mala leche encima que es el desencadenante inevitable de tanta tragedia y de un desenlace bastante mosqueante. No te desvelo nada.
Mira atentamente...
Para mi el mayor truco de esta película es que, pese a todos sus fallos, se gana mi simpatía. Lo cierto es que su historia no es que me guste demasiado, ni tampoco sus personajes, y ni mucho menos el estilo espress de Nolan; express por lo de ir rapidito y sin pararse, lo que no es un halago. El guión entra en un juego temporal de flashbacks y diarios personales que lo único que hace es complicar y aburrir la trama, y las trampas sobre los trucos de magia son constantes. Yo lo siento mucho pero no me creo que haya un doble tuyo en tu misma ciudad y a la vuelta de la esquina; ni que durante toda una vida nadie, absolutamente nadie, descubra el «prestigio» del amigo Alfred, cuando está cantado. Uno mismo desde su casa ve que algo raro hay, así que cuanto más una mujer o una amante, o sencillamente cualquier persona con ojos en la cara. Además, Alfred se complica la existencia de mala manera, sin ningún motivo. De nuevo la pedantería de Nolan sale a relucir queriendo dramatizar lo que no es dramatizable. Con todo, la película mantiene tu interés a partir de la primera hora más o menos y al final hasta te haces el sorprendido, más que nada porque caes en la paranoia de Lord Angier: no puede ser tan fácil y menos aún tener una solución tan inverosímil.
Sea como sea, es evidente que la época decimonónica engancha y el ambiente de magia, ciencia y espíritu visionario es atrayente de por sí. Ahí hay buen material para una buena película. En otra ocasión, claro. Además, qué queréis que os diga, los tres actores principales valen ellos solos tu tiempo invertido. De hecho, el resto es un mero decorado para que ellos vivan y se luzcan. Michel Caine es Michael Caine. Basta y sobra. Clase por los cuatros costados. Hugh Jackman, lejos de encasillarse en mutaciones lobunas, se desenvuelve a la perfección en cada papel, y en este caso como noble obsesivo, víctima y verdugo a la vez, está maravilloso. Christian Bale y su irresistible boca (lo siento, tenía que decirlo) aportan ese empaque metódico y pétreo que transmite toda su persona, tan seguro como infalible en cada personaje; por cierto que su Alfred es para mi es el responsable de casi todo, con una mala leche encima que es el desencadenante inevitable de tanta tragedia y de un desenlace bastante mosqueante. No te desvelo nada.
Mira atentamente...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Angier no tiene un hermano gemelo, ¡por favor! Claramente es un clon, por llamarlo de alguna manera, porque en realidad sería un doble de ti mismo, con tus mismas ideas y pensamientos. La duda que se plantea es: ¿sabe el doble creado lo que ha hecho su yo anterior? Parece que sí, por la expresión de Angier en el espectáculo y si atendemos a lo que él mismo le cuenta a Alfred.
Esta teoría se da por válida desde el mismo momento en que se ven los sombreros repetidos y el gato por partida doble con el mismo collar. Por si fuera poco, al final el propio Angier le dice a Alfred que mire a su alrededor para que vea hasta donde ha llegado para ser el mejor mago del mundo. Además, en el último fotograma vemos que hay un doble ahogado en el tanque. Uniendo estos datos, se entiende sin ningún género de dudas que Angier ha ido matando a su doble las cien noches del espectáculo y que están todos ahí, ahogados. No es lógico que uno guarde las pruebas de su truco y crimen, pero no es más que otra ida de olla de Nolan.
Esta teoría se da por válida desde el mismo momento en que se ven los sombreros repetidos y el gato por partida doble con el mismo collar. Por si fuera poco, al final el propio Angier le dice a Alfred que mire a su alrededor para que vea hasta donde ha llegado para ser el mejor mago del mundo. Además, en el último fotograma vemos que hay un doble ahogado en el tanque. Uniendo estos datos, se entiende sin ningún género de dudas que Angier ha ido matando a su doble las cien noches del espectáculo y que están todos ahí, ahogados. No es lógico que uno guarde las pruebas de su truco y crimen, pero no es más que otra ida de olla de Nolan.