Para muchos las películas de DC son las hermanas malas de Marvel pero yo casi diría que es al contrario.

«Aquaman» no es una buena película y tiene un sinfín de defectos, pero se deja ver a pesar de las dos horas y veinte minutos, que no es un metraje corto. De hecho, esa cantidad de minutos es uno de sus defectos, porque para esta historia no hacía falta invertir tanto tiempo. Empieza mal la cosa con una historia cursi de amor entre la reina atlante Atlana y un farero, padres de quien será Aquaman, de nombre Arthur. Este niño y luego hombre es la unión entre la tierra y el mar, nos aseguran, la prueba de que los dos pueblos pueden coexistir y convivir... Y yo me pregunto: ¡pero qué duda hay! Es que a mí este tema ampliamente repetido y manido de dos sociedades enfrentadas porque son «diferentes», solo por eso, y luego ves que son completamente humanos y pueden engendrar entre ellos, me parece de una tontería enorme. ¿No pueden inventarse otro conflicto algo más original, más convincente para nuestro tiempo?

Siguiendo con el conflicto, «Aquaman» tiene demasiados, porque como suele ser habitual siempre se apuesta por el cuanto más mejor, cuando es peor. La trama de Manta Negra es un pegote que no hay quien se crea: que tu padre era un pirata asesino, chaval, supéralo de una vez. A esta trama se une la del hermano de Arthur, Orm, que diría que es la principal y que es un corta y pega de Thor y Loki, solo que Loki es el antagónico más maravilloso de la galaxia y este Orm se queda en bastante soso y plano. A todo esto se añade la tercera trama, que posiblemente sea la mejor: la búsqueda del tridente del rey Atlan. En esta parte la película deja de ser de superhéroes y se convierte en una de aventura, aunque de aventura un poco de risa.

A pesar de todo, no creo que el guion sea lo más importante de «Aquaman» sino los efectos especiales. Casi toda la película está hecha digitalmente, y se nota. Esto crea una sensación de falsedad que no te puedes ni imaginar, y esas mega-súper-batallas de un cuarto de hora en medio de la oscuridad, para que canten menos los efectos especiales, son de lo peor que le ha ocurrido al cine en los últimos tiempos. Son aburridas y pesadas, sin dinamismo ni implicación emocional. Lo mismo pasa con la acción en general, que no hay tono ni riesgo, y los personajes se permiten el lujo de hacer un comentario gracioso o romántico con una sonrisa deslumbrante mientras a su alrededor hay explosiones y la gente muere.

Lo normal.