Mel Gibson vuelve a ponerse las botas de agente de policía en este trabajo de Martin Campbell inesperadamente entretenido. Dosis aceptables de acción, otro poco de drama y una pizca más de crítica política, y está hecha.

La visita de su hija Emma y el trágico desenlace al que asiste imponente empujan al inspector Thomas Cravena a una investigación que, aunque no es muy sorprendente, está bien llevada. Protagonismo absoluto de Gibson, quien sin ningún esfuerzo hace el papel de padre totalmente depresivo que sin embargo no pierde la cabeza ni la sangre fría para hacer justicia a su hija. Intereses políticos, negocios sucios, tapaderas y villanos camuflados de ciudadanos respetables se irán desvelando ante la férrea disciplina y moralidad del policía Craven. La historia incluye un conmovedor desenlace y balas que destrozan la carne con extrema crudeza y contundencia, pero sin extravagancias.

Despierta interés y sentimiento, además de que te permite pasar dos horas de entretenimiento inteligente. No está mal.