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España España · Málaga
Voto de Kaori:
5
Comedia. Drama Marco, un entrenador profesional de baloncesto, se encuentra un día, en medio de una crisis personal, entrenando a un equipo compuesto por personas con discapacidad intelectual. Lo que comienza como un problema se acaba convirtiendo en una lección de vida. (FILMAFFINITY)
17 de julio de 2021
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Admito que a mí siempre me ha conmocionado el drama de la discapacidad (dejémonos de polémicas terminológicas, no sé con qué criterio «discapacitado intelectual» es más aceptable que otro), así que es fácil que me lleve a las lágrimas la historia de Román o la de Marín. Sin embargo, más allá de eso, «Campeones» resulta, pese a sus buenas intenciones, un poco, o bastante, tramposa. En su línea tragicómica (más trágica que cómica, la verdad) Javier Fesser ofrece un retrato con ideas muy discutibles.

Se hubiera hecho un auténtico peliculón si el principio de igualdad que teóricamente la película defiende se hubiese llevado a la práctica. Si nosotros podemos aprender muchas cosas del equipo Los Amigos, ellos también tienen que aprender que si quieren igualdad, deben aceptar las reglas del juego en sociedad y bajo las mismas condiciones, sin privilegios. Molestar a los usuarios de transporte público, romper un ascensor y formar barullo en los pasillos de un hotel o agredir a un jugador en un partido de baloncesto, son comportamientos que condenamos, y debemos condenar, los haga quien los haga. Sea una eminencia Nobel o un niño de primaria; seas discapacitado o no lo seas.

Pero, claro, ¿es así como tenemos que proceder? ¿Es justo ese trato igualitario? ¿Les damos privilegios o se los quitamos? Fesser al final hace un sí pero no, un no tengo ni idea, porque sus personajes se cobijan en el paternalismo de siempre pero afirmando que no lo quieren ni lo necesitan. Un sinsentido. Hay que ser valiente, serio; y con serio no me refiero a abandonar la comedia, sino a plantear una reflexión realista sobre un tema y crear debate aunque levante ampollas y duela. Ahora no se quiere pensar sobre nada, vaya que dejemos de sentirnos bien y ser felices.

Las dos horas de metraje son absolutamente innecesarias y la vena cómica del entrenamiento está desaprovechada casi por entero: a los dos días están jugando, y tan bien. Luego encontamos la idea de ganar o perder que, bueno, es tierna aunque también hay que meditarla y entenderla: la cuestión no es que dé igual ganar o perder, sino que hay que saber perder.

En fin, pasable.
Kaori
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