A grandes rasgos este sería el mensaje de la película.
Empieza en el Amazonas y termina en la gran ciudad de Buenos Aires, pasando por las favelas y sus mafias, permitidas por el poder político.
Es la historia de un sacerdote que intenta aportar su granito de arena en este sinsentido.
Interesante enfoque del papel de la Iglesia Católica en Argentina y en Hispanoamérica en general.
Es lo de siempre, la jerarquía y la base, como en los partidos políticos y en los equipos de fútbol.
Pese a todo, las cosas medio que funcionan, y ese mamotreto que era el Elefante Blanco se va convirtiendo en algo social, hasta que los políticos tienen una de sus brillantes ideas.
La película tiene, como es habitual en el cine argentino: unas interpretaciones magníficas, una muy buena producción de medios y puesta en escena.
Tal vez cae el ritmo y a veces nos perdemos y no sabemos exactamente a donde nos quieren llevar.
Particularmente, no me gustó el final, era prescindible. Es lenta y a veces miraba el reloj.
Hay varias tramas secundarias que distraen y parecen que nos van a contar algo y al final se detienen y pasamos página, me perdí un poco de la principal.
Magnífica ambientación del ambiente de las favelas, que no es patrimonio exclusivo de Brasil, por desgracia.
Increíble lo que pueden hacer un grupo de personas con muy pocos medios por los demás, y sobre todo, que estas cosas pasen en países tan ricos como Argentina.
Un film de denuncia social muy conseguido y que te toca la fibra.