Esta ópera prima de este guionista italiano es una rareza. La historia es simple y el director sabe dónde apunta. El casting es genial, lo actores (todos simpáticos) leen bien el tono de comedia. No pretende ser una película de honduras intelectuales: algunos temas complejos (clasismo, homofobia, intolerancia) sólo son utilizados de fachada para desarrollar una historia más bien cristiana. Los personajes transmiten frescura y el desenlace avanza hacia el lado humano, más dramático si se quiere, pero nunca cayendo en lo grave. Una cinta de una hora y media donde en toda la primera hora despliega a un zoológico de familiares, quizá estereotipados, pero con actores fluyendo como se estila en una buena comedia italiana. Luego viene una sección, muy hollywoodense, pero que igual funciona. El personaje principal da un giro en su vida gracias a la amistad que le prodiga un jovial párroco. Un ateo diría que las personas no cambian (al menos no demasiado), pero ésta es una película cristiana y hay que bancárselo. Esta simplificación de la historia tiene su encanto y nos reserva una vuelta de tuerca que vuelve a encumbrar el film. Esta mixtura europeo-americana tiene prisa, sin embargo, deja un buen sabor de boca. No apto para ateos sin sentido del humor.