James Baldwin, neoyorquino, (1924-87) figura con igual o quizás mas relevancia en el affiche (cartel) como guionista que el director del documental el haitiano Raoul Peck. Y es que este último con la inestimable colaboración de su montadora Alexandra Strauss y la voz de Samuel L. Jackson han sabido “resucitarlo” en imagen y pensamiento para que vuelva 30 años después a ver lamentablemente cumplidas las profecías de sus “sermones”, sobre el racismo en general , los afroamericanos y el terror psicológico que sienten aquellos que tienen miedo a perder su supremacía, a expiar sus culpas por saber que no podrían haber llegado a lo alto de la pirámide sin una base mayoritaria sobre la que apoyarse explotándola y necesitan la palabra “diferente” en el ámbito que sea para purgar en ella sus pecados. Como decía el propio Baldwin si tu me ves como un negro y no como un hombre tienes un problema. Pero, y en este caso palabras de Nietzsche: “…aquel que vive para combatir a un enemigo le interesa que su enemigo permanezca con vida”.

Con las palabras básicamente del libro inacabado “Remenber this House” (1979), cartas a su editor y fragmentos de otros dos de sus libros Peck sustenta el pensamiento descorazonador, agrio y profundamente objetivo y realista de Baldwin sobre una discriminación, en este caso racial consustancial a la historia de los USA y que gracias a la labor sobresaliente conque Peck trenza las imágenes vemos que el problema, en su mayoría social, sigue igual, por mucho que un negro haya llegado a la presidencia, cuestionando con la evidencia que los USA sean la tierra de la libertad. Trump no deja de estar ahí para recordarlo.

Baldwin fue testigo de excepción, divulgador y protagonista de la lucha por los derechos civiles y convivió con su tres representantes más destacados: Malcolm X, Luther King y Medgar Evers. Los tres asesinados. Ellos forman la parte más llamativa del documental pero son esos hombres y mujeres con nombres y apellidos comunes y otros muchos anónimos que desfilan por la pantalla los que realmente cargaron y cargan sobre nuestras conciencias un grito que no queremos oír: “No somos vuestros negros”,

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