Ya lo decía don Jacinto (Benavente): "He aquí el tinglado de la antigua farsa", en "Los intereses creados" (Obra teatral estrenada en 1907). Y de eso se trata de tinglados y de farsas montados por los intereses creados que cualquier historia humana genera y más si meten mano los políticos.

La leyenda de nuestro "rey que rabió"  (zarzuela de 1891) afortunadamente hoy en día puede ser contada ejerciendo el derecho de libertad de expresión por quien le apetezca o considere oportuno. Claro que no hay que olvidar aquello de: "nada es verdad ni mentira, depende del color con que se mira". Desgraciadamente nuestra historia, la antigua y la más reciente lleva muchas décadas contándose desde el mismo color. No viene mal cambiar el prisma y que cada cual elija.

Al rey solo podían "faltarle al respeto" los bufones de palacio. Una especie de autocrítica personal con la que el monarca de turno podía sentir que de algún modo expiaba sus pecados. El bufón de turno sabía que si no le caía en gracia al rey su cabeza corría peligro. Estos tres bufones no palaciegos ejercen con profesionalidad y oficio solventes sus piruetas sobre las tablas y de ahí a las pantallas conscientes de que sus cabezas también están en juego. Incluso uno de ellos Willy Toledo ya la perdió hace tiempo.

Respetando el montaje teatral original realizan una notable adaptación con una cuidada edición que mantiene el ritmo y el interés. Un repaso a los últimos años de nuestra historia, a los barros de donde vienen estos lodos, siempre según ellos, con un humor tan negro y oscuro como algunos hechos que se narran.

La historia y el curriculum de nuestros reyes desde los católicos hasta Alfonso XIII no ha sido muy ejemplarizante que digamos. Y ya se sabe que en las monarquías la tradición es muy importante. A rey muerto rey puesto. 

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