No tengo muy claro si estaba algo adormilado cuando comencé a visionar este drama judicial con el que debuta  Antoine Raimbault basado en el segundo juicio de apelación contra Jacques Viguier por la desaparición en Febrero del 2000 de su esposa, o es que el tono confuso y farragoso de la misma me hicieron entrar en la modorra.

Me pareció vislumbrar que una mujer, de las que no me quedó muy claras sus intensas motivaciones al punto de sacrificar su propia estabilidad laboral y familiar, se empeña en demostrar la inocencia del acusado. Creo que una de las hijas de este tenía alguna relación que ahora no recuerdo con ella o su entorno. Así es que durante más de la mitad del metraje se dedica a escuchar y que escuchemos retazos de conversaciones de personajes que para cuando llegamos a conocerlos ya no nos importan en absoluto. Este personaje de la mujer es ficticio y tiene su inspiración en otra mujer que posteriormente llegó a emparejarse con el acusado. En este caso sí tendría sentido su empeño pero parece que no convenía ponerle al acusado una relación que pudiera dar lugar a menoscabar su imagen de inocente inmaculado por la que apuesta desde el principio la película. De hecho es inocente pues fue absuelto en los dos juicios a los que fue sometido. Entiendo en mi duermevela que por falta de pruebas y porque Suzanne a día de hoy sigue sin aparecer y uno que no entiende de derecho penal sí ha visto suficientes películas de juicios para saber que si no hay "cuerpo" no hay caso. 

El mini "speech" (discurso) que pronuncia el acusado quejándose del calvario que viene pasando (estuvo 9 meses en prisión condicional) durante 10 años sin ser acusado oficialmente no es suficiente para que empaticemos con un personaje al que el director no le dedica el tiempo que merecía.  Tiempo que se le va en escenas repetitivas de escuchas y encuentros y desencuentros con el abogado defensor. Al menos Olivier Gourmet se despacha a gusto con su alegato final donde expone lo evidente; que no es lo mismo las hipótesis que los hechos probados y que la justicia no se puede administrar a base de suposiciones. Lo que pasa es que eso lo sabíamos todos desde el principio. Desde el sopor.

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