Reencontrarse periódicamente con Chaplin y su vagabundo universal, debería ser obligatorio para la salud mental publica. En 1928 en el mundo del cine estaba casi todo por hacer. Los premios Oscar celebraban su primera edición y Chaplin y "El Circo" optaban a las cuatro candidaturas más importantes y por si acaso un Charlot que tenía problemas con el fisco y cuyos matrimonios con adolescentes no eran muy ejemplares acaparaba la ceremonia decidieron retirárselas y le "compensaron" con un Oscar honorífico que reconocía ya su versatilidad como productor, director, guionista y actor. El otro Oscar en 1972, también honorífico, fue un reconocimiento a toda su carrera en el día que cumplía 83 años.
"El Circo" es espléndida pero ha quedado en un segundo término en la filmografía de Chaplin cuando las virtudes de la misma fueron sublimadas antes y después por títulos inmortales como "La quimera del Oro", "Luces de la ciudad", "Tiempos modernos" o "El gran dictador". Quizás porque su propio tema circense ofrecía poca novedad y sus gags eran demasiado deudores de los cortos de Mack Sennett, cuya influencia reconoció Chaplin y que empezaban a simbolizar el pasado en un cine que iba muy deprisa impulsado por el sonoro.

Chaplin fagocita todo y a todos los que le rodean, incluido el león, y nos deja algunas escenas memorables como su funambulismo rodeado de monos. y una concepción del personaje protagonista que se aleja de los estándares de la época. El rodaje fue caótico: un incendio, robos, problemas en el divorcio de Chaplin con su segunda esposa Lyta Grey, problemas con el fisco..., que obligó a Chaplin a retirarse con una crisis nervios y retrasó el rodaje 8 meses. Aún así y con todo el resultado es una joyita impagable que siempre nos alegrará el espíritu.

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