La escritora, productora y directora Doris Dörrie, (1954) se puede decir que es profeta en su tierra, Alemania. Catorce largometrajes y un buen puñado de operas figuran en su curriculum, amen de sus libros. En España su filmografía no es muy conocida. Servidor la descubrió con esa maravilla que es "Cerezos en flor" (2008). El mundo oriental y concretamente Japón es un tema recurrente en la mayor parte de sus trabajos. Vuelve a él en esta historia cuyo título evoca y está inspirado en la cinta de Alain Resnais "Hiroshima mon amour" (1959). Dos ciudades devastadas con consecuencias nucleares y un montón de recuerdos sobre las almas de sus protagonistas son el denominador común para dos formas narrativas diferentes.
Dos mujeres, una que huye y otra que regresa. Dos mundos y culturas diferentes en un mismo holocausto exterior e interior que deben superar. Un puñado de fantasmas a los que deben enfrentarse y dejar marchar en paz. Una ausencia de color que nos recuerda la devastación. La esperanza que aún pervive en aquellos que han sobrevivido al desastre y que se esfuerzan por volver a sonreír con unos músculos faciales contraídos por el dolor. Una historia de superación donde el pasado ayuda a construir el futuro más allá de las barreras y las fronteras humanas. Un delicado ejercicio de reconstrucción interior entre la última Geisha y una joven alemana que aprende a detener y saborear el tiempo en la ancestral ceremonia del te. Un intercambio de esperanzas que acaban por barrer los malos recuerdos pasados con arrugadas bolitas empapadas en ganas de vivir.

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