Olivia de Havilland y Kirk Douglas (102 años respectivamente) apenas emiten ya una exigua brasa del resplandor de un Cine con mayúsculas, del fulgor de sus propias estrellas en un mundo y una época que no volverá. Junto a ellos hubo otras muchas estrellas que iluminaron nuestros sueños durante décadas. Masculinas y femeninas. A diferencia del teatro sus imágenes, o mejor dicho el reflejo siempre ilusorio que proyectaron en sus personajes hace que por "arte de magia" sean inmortales. Su luz como la de los auténticos astros del cosmos nos sigue llegando aunque ya no estén ahí. Un nostálgico y evocador viaje a un tiempo de vino y rosas.
La televisión, tan despreciada por aquellos años dorados a la postre no ha sido el final del cinematógrafo sino el relevo de este, un medio que lo salva y lo dignifica manteniendo su calidad y aumentando su metraje. Actores y actrices ya no solo no la desprecian sino que ven en ella una evolución donde poder desarrollar su trabajo con más posibilidades si cabe. El precio, siempre hay un precio, es el abandono de las salas sustituidas por un abanico de soportes más inmediatos, más cómodos. El cine sigue muy vivo, lo que ha cambiado es su distribución y la forma de acercarse a él.

El exitoso y ecléctico productor, director y creador de series para tv, nos ha regalado esta joya de 8 horas en la que nos traslada en un acto de suprema cinefilia para unos y descubrimiento para los más jóvenes a un universo donde dos de esas estrellas La Davis y La Crawford explosionan en una última supernova que anuncia el final de sus carreras y la recta final de sus vidas tan indisolublemente ligadas a ellas. La película "¿Qué fue de Baby Jane?"  (1962 / Robert Aldrich) fue esa última explosión cegadora. Sobre ella, su rodaje, su época, su entorno y la vida privada de ambas actrices Murphy asienta este emotivo y crudo homenaje no solo a dos actrices, sino a dos mujeres que se las vieron y se las desearon para sobrevivir personal y profesionalmente en un mundo machista representado por esos gigantescos tiranos que fueron los dueños de los grandes y míticos estudios, aunque aquí solo aparezca Jack Warner.
La eterna y mitificada confrontación entre las dos divas, pareja a la de las hermanas De Havilland pone la carnaza en una primera parte donde la historiografía, los chascarrillos, las anécdotas, el humor y sobre todo el inmenso ego de las dos nos deleitan con su panoplia de maldades, secundadas por la profesional número uno del chismorreo de Hollywood, la despiadada Hedda Hopper, un atribulado Robert Aldrich y un despótico Jack Warner.
Pero hay una segunda parte donde la cinefilía queda en segundo termino y el paso del tiempo, el amor, la familia o ausencia de ella, y la inevitable soledad que arrastran los genios acaba por pasar su factura. Y uno acaba personalmente sobrecogido ante tanta desnudez vital. Todos y cada uno del elenco con Sarandon y Lange, tanto monta monta tanto, a la cabeza, están en estado de gracia. Supongo que La Davis y La Crawford estarían orgullosas aunque no lo reconocieran. La que no parece estarlo tanto es De Havilland que ella o su entorno han demandado a la serie por utilizar sin permiso su imagen. Y es que hoy, mañana y siempre "bussines is bussines" (los negocios son los negocios).

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