La nueva serie de Matt Groening lleva ese sello de autor que él mismo quiere que reconozcamos, tanto en el estilo del dibujo, como en la forma de construir las escenas o en el tipo de humor.

La serie se ambienta en un mundo medieval de fantasía muy explotado en los últimos años que no le ayuda. Además, todas las bromas y escenas han sido ya utilizadas en otras series, sean de Groening o de otros estilos, lo que hace que nada te sorprenda o supere una medio sonrisa. Quizas esta misma serie hace diez o quince años hubiese sido rompedora y revolucionaria, pero hoy en día es más difícil hacer humor así porque el espectador ya está más acostumbrado e insensibilizado a él.

La serie tiene cosas que me han gustado: el efecto 3D está bien hecho y juegan mucho con la sensación de profundidad, hay aspectos que pasan en un segundo plano en las escenas que son más graciosos que lo que pasa en el principal y la melodía de la serie, que desconozco si será original de ésta, me parece bastante buena. Pero todo ello son aspectos secundarios que convierten una buena serie en una muy buena. No dejan de ser un accesorio que necesitan de una buena historia y unos buenos dialogos de los que carece (Des)encanto.

Mi conclusión es que tienen que subir el nivel en próximas temporadas o no van a llegar muy lejos. Muchos como yo supongo que no hubiesen pasado del segundo capítulo si no llevara el nombre de Groening. Pero el crédito no es infinito.