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Voto de Strénliko:
5
6,2
1.501
Drama
En una inmensa pradera, al este de Francia, se reúne un grupo de amantes del estilo de vida country del lejano oeste americano. Alain baila con su hija Kelly, de 16 años, mientras su esposa y Kid, su hijo pequeño, los miran. Ese mismo día Kelly desaparece, y Alain la busca desesperadamente, recorriendo lugares siniestros e inquietantes. Sólo cuenta con la ayuda de Kid, dispuestos ambos a entregarse en cuerpo y alma a una misión que ... [+]
10 de febrero de 2021
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
El padre, sumido en la angustía y la furia ante la actitud demoratoria de la Policía francesa, sabe que urge una actuación investigadora rápida para evitar que su hija desaparezca en el laberinto de vías islámicas que la inmigración ha ido tejiendo en la geografía europea.
El padre sabe también que la Policía se encuentra hastiada ante la frecuencia del drama de las desapariciones y captaciones -vía genital- de adolescentes BBR (bleu-blanc-rouge) por parte de elementos islamistas ante cada nueva conversión de una joven de identidad genuinamente francesa.
Y el padre, ante esta anómala situación de fornicio de su hija con un moro integrista, que lógicamente conduce de manera inexorable a la sumisión absoluta, la esclavitud y la castración mental de su retoña, decide actuar por su cuenta para tratar de recuperarla.
Todo lo que he descrito aparece en la primera parte de "Mi hija, mi hermana" y para los gili-buenistas es, por ello, una película xenófoba. Lo que equivale a políticamente incorrecta para el pensamiento único, según la doctrina Soros.
Hay algunos elementos comunes entre la película que aquí se comenta y la que dirigió en 1984 Brian Gilber, aquella existosa "No sin mi hija", protagonizada por Sally Field y basada en una historia real acaecida en el Irán de los ayatolas.
Sin embargo, la parte final de "Mi hija, mi hermana" termina cediendo ante la censura de lo políticamente correcto y ofrece un epílogo que tranquiliza a los gili-buenistas. Lo explico en el destripe.
El padre sabe también que la Policía se encuentra hastiada ante la frecuencia del drama de las desapariciones y captaciones -vía genital- de adolescentes BBR (bleu-blanc-rouge) por parte de elementos islamistas ante cada nueva conversión de una joven de identidad genuinamente francesa.
Y el padre, ante esta anómala situación de fornicio de su hija con un moro integrista, que lógicamente conduce de manera inexorable a la sumisión absoluta, la esclavitud y la castración mental de su retoña, decide actuar por su cuenta para tratar de recuperarla.
Todo lo que he descrito aparece en la primera parte de "Mi hija, mi hermana" y para los gili-buenistas es, por ello, una película xenófoba. Lo que equivale a políticamente incorrecta para el pensamiento único, según la doctrina Soros.
Hay algunos elementos comunes entre la película que aquí se comenta y la que dirigió en 1984 Brian Gilber, aquella existosa "No sin mi hija", protagonizada por Sally Field y basada en una historia real acaecida en el Irán de los ayatolas.
Sin embargo, la parte final de "Mi hija, mi hermana" termina cediendo ante la censura de lo políticamente correcto y ofrece un epílogo que tranquiliza a los gili-buenistas. Lo explico en el destripe.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
-Aunque algunos comentaristas han alabado cómo se producen las elipsis o los saltos en el tiempo de la narración, lo cierto es que no ayudan a un idóneo seguimiento del desarrollo de la historia. Nadie sabe si el padre, cuando va a Sedán y Amberes, lleva una semana buscando a la hija, dos meses o un año.
-Hay escenas con personajes que se ignora cómo han sido contactados por el padre. Me refiero a ése que, en el interior de un barco, le muestra un montón de fotos de jovencitas occidentales que se han pasado a la morería. Se ha de suponer que es un falsificador de pasaportes o algo así.
-¿Qué hemos de imaginar en el episodio en el que descubre que una niña gitana lleva en su cabeza el pañuelo rojo de la hija? ¿Qué papel juegan los del campamento gitano en su desaparición? Cuesta creer que el yijadista que se ha llevado a la adolescente francesa confíe en los gitanos y precise de ellos, cuando en realidad tiene una auténtica red de escondites islamistas a lo largo de Europa. Otro asunto que queda sin resolver.
-¿Qué le ocurre al padre para tener ese accidente mortal? No recuerdo haberle visto cabecear por el sueño mientras conduce ni ninguna otra incidencia que produzca el vuelco del vehículo y su muerte. Otra licencia narrativa del director.
-Después la película da un salto y se sitúa en una de las zonas fronterizas de Pakistán con Afganistán. Allí el hijo conoce al americano que va de un lado para otro, algo altamente improbable para un estadounidense en territorio talibán y sin más protección que una pistola. ¿Y cómo sabe que aquel islamico que camina por la calle con una mujer tapada a la usanza es Admeh, el que en la lejana Francia sedujo, se llevó y preñó a la hermana?
-Vale, está bien que se apiadara de la paquistaní, ¿pero es creíble que los del consulado francés, tras sacarlos a los dos de la cárcel, no decidierán dejar a la joven paquistaní en algún campamento de refugiados u otro punto del país donde se encontrara a salvo, en vez de llevársela a Europa y entrarla en este territorio sin visado ni documento alguno? Demasiado fácil, ¿no?
-Y luego, cuando el hermano quiere proseguir la búsqueda en Londres -¿tal vez suponía que la capital británica tiene las dimensiones de una aldea?-, surge de repente un enamoramiento del cual al espectador no se le había dado pista alguna.
-¿Y cómo consigue localizar a su hermana en una tienda árabe en Bruselas? ¿De dónde obtiene la información?
Y lo que es absolutamente intragable después de todo lo que ha sucedido a lo largo de esos años de búsqueda: el tipo se queda mirándola, ella igual, con esa especie de vendaje a lo momia que sólo le deja la cara al descubierto, ¡¡y ninguno de los dos hace pegunta alguna!! ¡¡Ni tampoco él le ofrece volver a Francia!! Nada de nada, como si los años de búsqueda y continuos viajes por dos continentes hubieran sido una especie de turismo juvenil y mochilero en interraíl. Un final con tufo buenista e imposible.
-Hay escenas con personajes que se ignora cómo han sido contactados por el padre. Me refiero a ése que, en el interior de un barco, le muestra un montón de fotos de jovencitas occidentales que se han pasado a la morería. Se ha de suponer que es un falsificador de pasaportes o algo así.
-¿Qué hemos de imaginar en el episodio en el que descubre que una niña gitana lleva en su cabeza el pañuelo rojo de la hija? ¿Qué papel juegan los del campamento gitano en su desaparición? Cuesta creer que el yijadista que se ha llevado a la adolescente francesa confíe en los gitanos y precise de ellos, cuando en realidad tiene una auténtica red de escondites islamistas a lo largo de Europa. Otro asunto que queda sin resolver.
-¿Qué le ocurre al padre para tener ese accidente mortal? No recuerdo haberle visto cabecear por el sueño mientras conduce ni ninguna otra incidencia que produzca el vuelco del vehículo y su muerte. Otra licencia narrativa del director.
-Después la película da un salto y se sitúa en una de las zonas fronterizas de Pakistán con Afganistán. Allí el hijo conoce al americano que va de un lado para otro, algo altamente improbable para un estadounidense en territorio talibán y sin más protección que una pistola. ¿Y cómo sabe que aquel islamico que camina por la calle con una mujer tapada a la usanza es Admeh, el que en la lejana Francia sedujo, se llevó y preñó a la hermana?
-Vale, está bien que se apiadara de la paquistaní, ¿pero es creíble que los del consulado francés, tras sacarlos a los dos de la cárcel, no decidierán dejar a la joven paquistaní en algún campamento de refugiados u otro punto del país donde se encontrara a salvo, en vez de llevársela a Europa y entrarla en este territorio sin visado ni documento alguno? Demasiado fácil, ¿no?
-Y luego, cuando el hermano quiere proseguir la búsqueda en Londres -¿tal vez suponía que la capital británica tiene las dimensiones de una aldea?-, surge de repente un enamoramiento del cual al espectador no se le había dado pista alguna.
-¿Y cómo consigue localizar a su hermana en una tienda árabe en Bruselas? ¿De dónde obtiene la información?
Y lo que es absolutamente intragable después de todo lo que ha sucedido a lo largo de esos años de búsqueda: el tipo se queda mirándola, ella igual, con esa especie de vendaje a lo momia que sólo le deja la cara al descubierto, ¡¡y ninguno de los dos hace pegunta alguna!! ¡¡Ni tampoco él le ofrece volver a Francia!! Nada de nada, como si los años de búsqueda y continuos viajes por dos continentes hubieran sido una especie de turismo juvenil y mochilero en interraíl. Un final con tufo buenista e imposible.