«Legend» es una rareza que fascina a pesar de su mediocridad. No sabe muy bien si quiere ser un cuento para críos, una ñoñería amorosa para preadolescentes o una fantasía oscura para adultos. Esa falta de claridad hace que no funcione como ninguna de esas cosas, siendo a todas luces una película fallida, pero tan estrambótica que lo que tiene de fallida también lo tiene de culto.

El montaje es de lo más caótico. Se cortan escenas sin orden, se cambia de plano sin orden, personajes que están en un sitio pasan a estar en otro diferente por arte de magia y luego vuelven… Una desorganización absoluta. Te meten una secuencia de la princesa corriendo a cámara lenta, hay unicornios que aparecen por ahí, diálogos y cierto ambientillo a película porno, Tom Cruise recubierto de purpurina enseñando muslo, un villano libidinoso que arde por el amor de la princesa, un niño enfadado, duendes, un hada que busca tema… Un momento están cantando canciones en modo infantil y en el siguiente parece que están a punto de empezar a copular entre todos. Te sueltan temas de la oscuridad y el placer en escenarios oscuros y deprimentes para luego iluminar el ambiente con sonrisas e inocencia, hablando de amores puros e historias de princesas. De verdad, me parece surrealista ese popurrí de tonos cada uno por su lado. Es una chapuza de cuidado, pero también hilarante. El sinsentido es tal que terminas por pasártelo bien con esta especie de sueño infantil que deriva a veces en erótico y camina entre pesadillas, donde personajes que vienen y van sueltan diálogos deshilachados de intrigante significado.

Lo que se puede afirmar es que tiene unos efectos de maquillaje geniales. Eso y la ambientación ochentera salvan en gran parte el desaguisado. También Tim Curry, que a nivel interpretativo está claramente por encima del resto y su personaje es una risa.

Está bien como curiosidad, pero es prescindible.