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España España · Valverde del Camino
Voto de Fleming22:
8
Drama Umberto Domenico Ferrari es un jubilado que intenta sobrevivir con su miserable pensión. Sumido en la pobreza, vive en una pensión, cuya dueña lo maltrata porque no consigue reunir el dinero necesario para pagar el alquiler de su habitación. Los únicos amigos que tiene en este mundo son una joven criada y sobre todo su perro Flike. (FILMAFFINITY)
9 de octubre de 2013
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La tercera y última de esta trilogía neorrealista de Vittorio De Sica. Algunos apuntan a ella como la mejor y más dura de las tres, aunque lo que si fue seguro es la que peor acogida tuvo por parte del público italiano, quizás hartos del pesimismo de la época ya que no se vivía precisamente 'tranquilo' en Italia como para ir al cine a pasar 'un mal rato', se buscaba más la risa y dejar por unos momentos las preocupaciones a un lado.

Umberto Doménico Ferrari, Umberto D., es un jubilado que intenta sobrevivir con la mísera pensión que recibe del Estado, y malvendiendo sus propias posesiones y pertenencias. Se aloja en una pensión cuya dueña intenta deshacerse de él para sacarle un mayor rendimiento económico a su habitación. Para ello le pone todas las dificultades posibles, las cuales tendrá que superar Don Umberto, cada vez más cansado de vivir así. La única compañía que posee es la inestable amistad de una joven criada de la casera, María, y de su inseparable y entrañable compañero Flike, un perro con el que superará todo tipo de situaciones.

Con este film, De Sica plantea la deshumanización que sufre la sociedad italiana de la época, la desesperación e impotencia de Umberto al ver que allá donde va estorba, una situación que sumerge al espectador en un conjunto de emociones empáticas, que llegan hasta la situación social actual, que no se diferencia ni se sitúa a mucha distancia de la planteada en el metraje.

Una de las escenas que pasaron a la historia, es esa en la que Don Umberto no es capaz de pedir limosna para poder subsistir, y ante varios intentos decide que sea Flike quién, de una forma más amable y sobretodo menos culpable, la pida a los transeúntes del Panteón de Roma.

Dedicada al verdadero Umberto, el padre de De Sica, que vivió una situación parecida. Es una obra cargada de sensibilidad, similar a una poesía humana y emotiva a la hora de sentir la tristeza de Carlo Battisti, un profesor de filosofía que interpretó este papel ante la gran pantalla y no volvió a ejercer de actor nunca más. En el recuerdo quedará con solo una actuación.

Después de esta película que puso punto y final a su etapa más realista, su gran trilogía, Vittorio De Sica rodó films menos comprometidos y más de lo que venía demandando el público contemporáneo, en las que siguió demostrando el gran director que fue.

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Fleming22
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