Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Ildefonso González Sarmiento :
10
Drama. Romance. Aventuras La última película de Murnau antes de su precoz muerte empezó como una colaboración con el famoso documentalista Robert J. Flaherty, aunque por diversos razones acabó dirigiéndola Murnau en solitario. Rodada en Tahití y Bora-Bora, cuenta la historia de unos amantes enfrentados a los ritos y tabúes de las islas del Pacífico Sur. (FILMAFFINITY)
30 de julio de 2017
Sé el primero en valorar esta crítica
Murnau se despide de la vida con una obra formidable, un poema cinematográfico con una fotografía bellísima y un argumento que demuestra algo: una historia previsible en su desarrollo fundamental puede seguir siendo "novedosa" si la acompaña un gran trabajo, dedicado y delicado.
La película es, en cierto modo, una vuelta al tema de Rousseau del "buen salvaje" como ser en conexión con la pureza y próximo al paraíso. Quizá por eso en la isla de los protagonistas no hay tormentas ni, al parecer, celos. La única reserva de vivir en "isla paraíso" es la servidumbre férrea a un credo religioso. Para huir del castigo divino, la pareja enamorada debe huir a una isla ya corrompida por el hombre blanco. En este punto de la narración, Murnau logra algo notable: que veamos la isla corrupta desde la nobleza de espíritu de los enamorados en fuga. Creo que es la primera vez que una pelicula logra que sienta esto desde la emoción, y no la lógica. El gran logro de esta obra es que el espectador sientan como sienten los protagonistas. Y esto es impagable. Te sientes confundido por los mismos motivos que ellos, a pesar de que estemos viviendo en el siglo XXI donde, para bien o para mal, somos parte activa de la "máquina tragaperras" que es nuestra sociedad.
Mención aparte merece la revelación de que en el paraíso retratado por Murnau la maldad parece proceder del concepto religioso. La culpa y la persecución mana de este. Los amantes se ven, pues, condenados a lidiar con dos dioses: el propio y el extranjero. Siendo el extranjero no la religión colonialista, sino el dinero, la economía de mercado. Las deudas contraídas con ambos determinan el trágico final de los protagonistas.
Ildefonso González Sarmiento
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow