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Voto de Juan Marey:
8
Drama Retrato de la Barcelona de finales del siglo XIX y primera parte del XX a través de la vida de la familia Rius y de su fábrica textil en el Pueblo Nuevo. Más tarde, en 1976, se produjo la serie "La saga de los Rius". (FILMAFFINITY)
6 de abril de 2023
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“Mariona Rebull” es una novela que, pese a que pueda parecer decimonónica, está escrita solo cuatro años antes de ser realizada su adaptación al celuloide, su autor Ignacio Agustí fue escritor y periodista, director durante un tiempo de la revista semanal “Destino” y asiduo colaborador de la revista “Triunfo”, un hombre culto y conservador políticamente, que dedicó gran parte de su vida a la literatura profundizando en la naturaleza humana. “Mariona Rebull” está incluida en una serie de novelas pertenecientes a la saga literaria “La ceniza fue árbol”, saga que consta de los siguientes títulos: “Mariona Rebull” (1943), “El viudo Rius” (1944), “Desiderio” (1957), “Diecinueve de Julio” (1965) y “Guerra civil” (1972), la más conocida adaptación fue la excelente “La saga de los Rius” (1976-1977), mucha más extensa y detallada que la también estupenda adaptación que nos ofreció Sáenz de Heredia, el cual se centró en la primera y la segunda entrega de la mencionada saga.

En su guion Sáenz de Heredia traza el contexto histórico con las mínimas pinceladas necesarias para adentrarse en lo que verdaderamente le importa, la tragedia amorosa que vive Joaquín Rius (José María Seoane), por eso cambia la estructura narrativa para que sea el propio personaje el que relate su pasado a una amante circunstancial (Sara Montiel) que ha conocido en un viaje a Madrid, mediante varios flashbacks descubrimos a un hombre tan obsesionado por su trabajo que incluso gestiona sus sentimientos como si se tratara de un asunto de negocios, su boda con Mariona Rebull (Blanca de Silos), a pesar de saber que ama a un amigo suyo (Tomás Blanco), le será útil para entrar en el círculo aristocrático al que no pertenece por nacimiento, sin embargo, el corazón acabará por traicionarle en más de una ocasión. Las dos novelas de Ignacio Agustí contienen un cosmos humano y social enorme, desbordante, en “Mariona Rebull” película, se ha prescindido de todo lo que se conceptuó corno accesorio para la estricta comprensión de su argumento, han sido prácticamente eliminados los sucesos de las huelgas del año noventa y de la “semana trágica”, se han apartado los tipos de menor importancia, el procedimiento narrativo es otro y en definitiva, lo que se ha pretendido — y logrado— que permaneciera íntegro es ese formidable ejemplar humano que es Joaquín Rius, y que toda la dramática historia que en su torno se fragua no perdiera ni uno solo de sus múltiples latidos.

José Luis Sáenz de Heredia ha dirigido la película con maestría, con cariño, con entusiasmo. La perfección técnica de «Mariona Rebull» sólo puede compararse con su potente mecanismo de emociones, cada encuadre responde a un sutil estilo cinematográfico en el que luces, sombras, sonidos, decoraciones, sólo actúan como elementos creadores de ambientes y como fondo perfecto donde encaja la humana historia de los personajes. En la obligada referencia que todo comentario debe conceder a la interpretación, podemos decir, como elogio general, que todos los actores de la película realizan eso tan difícil de hacer como es substituir en nuestra imaginación a aquellos personajes que la lectura de la novela había forjado. José María Seoane lleva a cabo sin ninguna duda la mejor y más completa creación de su carrera, a muchísima distancia sobre las demás que le recordamos, desde el principio al fin de la película mantiene el tono recio de su gesto y sabe cómo matizar, cuando así conviene, la inflexible humanidad de Rius, hasta proporcionarle una entrañable perspectiva humana; Blanca de Silos compone una maravillosa Mariona y en ella funde la gracia, la ternura, el dolor, la desesperación y el engaño con un arte singularísimo: Sarita Montiél es una deliciosa Lula, frívola, coqueta, pero capaz también de poner lágrimas de pena en sus pupilas llenas de luz; Alberto Romea, en su papel del cajero Llobet, realiza también una interpretación muy considerable, y, para no prolongarme en exceso, vaya también mi más caluroso elogio a Tomás Blanco, Carlos Muñoz, José María Lado...
Juan Marey
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