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Voto de Juan Marey:
7
Drama. Romance Cuando una mujer de la alta sociedad se enamora del prometido de su sobrina, esta insólita situación tendrá consecuencias inesperadas. (FILMAFFINITY)
1 de enero de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
John Galsworthy obtuvo el Premio Nobel de Literatura en 1932, cualquiera diría que por aquellos años la Academia Sueca sentía especial predilección por las conocidas como «novelas-río», por los extensos relatos en torno a sagas familiares, el alemán Thomas Mann había ganado el galardón en 1929, casi 30 años después de publicar “Los Buddenbrook”, y el francés Roger Martindu Gard lo logró en 1937, cuando tenía en curso de edición las ocho novelas que componen “Los Thibault”. Por su parte, Galsworthy había iniciado en 1906, con “El propietario”, el primer ciclo de tres novelas de “La saga de los Forsyte”, que terminó en 1921, esta ingente obra, que observa, describe y critica el modo de vivir de una familia de la alta burguesía inglesa –avidez por el dinero, doble moral, lances familiares y amorosos–, le valió, sin duda, el Nobel a Galsworthy y le proporcionó una popularidad y un éxito universales, que el siempre atento Hollywood refrendó en “La dinastía de los Forsyte” (1949), una de las superproducciones de la Metro con todos los ingredientes para cautivar al público y donde se daban cita amor, violencia y pasiones de todo tipo, fue dirigida por Compton Bennett, contando con un auténtico reparto de lujo que reunía a mitos de Hollywood como Errol Flynn, Greer Garson, Robert Young, o Walter Pidgeon, además de la joven Janet Leigh.

La novela sigue la suerte de la rica familia Forsyte, pero la película se centra específicamente en Irene Forsyte (Greer Garson) y su relación con tres hombres, dos de los cuales son miembros de esta familia Forsyte. Uno de los personajes más intrigantes de la ficción inglesa de nuestros tiempos es esta Irene Forsyte, la bella y encantadora dama que lanza su hechizo magnético sobre la mayor parte del elemento masculino que se cruza en su camino, Irene es esa criatura deliciosa a quien los hombres inevitablemente adoran, así que, naturalmente, todas las grandes actrices del Hollywood de la época anhelaban el papel de Irene, Greer Garson finalmente fue la elegida y, para ser franco, la señorita Garson con sus trajes ultra glamurosos, rodeada de unos lujosos decorados victorianos y filmada en un suntuoso tecnicolor, cumple a la perfección con su papel.

Esta película no suele recibir unos grandiosos elogios, pero debo confesar que yo particularmente la disfruté bastante… Quizás fue el elenco, quizás fue el estupendo libro en el que se basa, con sus claras reminiscencias a la literatura decimonónica, o tal vez sea el hecho de que esté repleta de una espléndida escenografía victoriana, un vestuario exuberante, unos fantásticos decorados o un lujoso tecnicolor, pero la verdad es que me parece una forma muy agradable de pasar sus casi dos horas de duración.
Juan Marey
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