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Voto de Juan Marey:
8
Romance. Drama Dos historias de amor en dos etapas de la vida: la rosa es la de dos niños de 12 y 13 años, Guillermo y Margarita, que viven con timidez y emoción su primer romance, y la amarilla relata cómo una pareja de ancianos, Valentín y Josefa, se aman en silencio en el asilo donde viven. (FILMAFFINITY)
10 de febrero de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ópera prima de Manuel Summers, película inaugural y una de las más exitosas a pesar de su bajo presupuesto del llamado Nuevo Cine Español, una de las más bellas, líricas y personales películas de nuestro cine, rodada en blanco y negro, con pocos medios y con un elenco de actores que no eran precisamente de los más cotizados entonces, todo un auténtico soplo de aire fresco con un sentimiento de nostalgia que va creciendo a lo largo de toda la obra, el director opone resistencia porque no quiere ver el mundo como los adultos, ni quiere creer que el amor es una tontería, y contagia esa esperanza e inocencia al espectador. Summers aborda el amor desde dos perspectivas: el primer amor de la preadolescencia, y el último de la vejez, la esencia es la misma, una inocencia que no se ha dejado contaminar por el mundo.

“Del rosa al amarillo” está contada desde la inocencia de sus protagonistas y desde la nostalgia del director y su memoria sentimental, la película destaca por su frescura y osadía a la hora de retratar el amor y el desamor, haciéndolo con elegancia y gran realismo. Es un filme que nos recuerda las ganas que tenemos de hacernos mayores cuando somos niños para poder amar y el deseo de poder ser jóvenes cuando somos viejos, precisamente para lo mismo, para poder experimentar la magia del amor, pero en cualquier caso, lo más bonito e interesante que nos enseña es que, aún siendo ancianos y con la muerte próxima, es posible tener la misma capacidad de amar y sentir que un adolescente, de hacerlo con la misma ilusión, ansiedad y afán de transgredir.

El cuarteto protagonista, muy bien dirigido, sabe transmitir a la perfección las emociones y los sentimientos. Los actores más jóvenes, Pedro Díaz del Corral (inusitadamente talentoso para ser un niño) y Cristina Galbó, debutaron de forma brillante en el cine con esta película, si bien Cristina había aparecido previamente en “El Hincha” (1958); mientras la actriz es recordada, sobre todo, por su participación, años más tarde, en dos fantásticos hitos del terror patrio como son “La Residencia” y “No Profanar el Sueño de los Muertos”, Pedro Díez del Corral se convertiría en un actor de carácter, trabajando con algunos de los mejores directores del cine español. Por su parte, los actores veteranos, José Cerrudo y la italiana Lina Onesti (descubierta por Summers, casualmente, en un asilo madrileño), tenían gran experiencia en el mundo de la figuración y en papeles episódicos. Los cuatro recibieron un reconocimiento como actores revelación en el Festival de San Sebastián de 1963, donde, asimismo, Manolo Summers y la película obtuvieron sendas Conchas de plata.

Uno de los filmes que mejor ha sabido retratar el enamoramiento, sus sensaciones y el posterior desengaño, haciéndolo sin estridencias ni fatalismos y con una honestidad, simpatía e ironía excepcionales y sólo al alcance de un cineasta privilegiado. Una película cautivadora, a reivindicar y lamentablemente poco conocida, difícil de etiquetar y con sello de autor, que exige verse con alma de niño y que nos inunda el corazón de nostalgia y melancolía dejando una huella de manera indeleble.
Juan Marey
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