Los fantasmas y criaturas imaginarias siempre han sido un recurrente en la filmografía del director Guillermo del Toro, incluso cuando hace el cine más comercial (como ‘Hellboy’ o ‘Pacific Rim’) hay toques melancólicos que nos indican que el director no ha perdido su esencia.

‘La cumbre escarlata’, a pesar de su gran factura y de estar rodeada de actores de primera línea, parece una película más pequeña e intimista de lo que parecía en un principio. Y la seña del director sigue viva: escenarios fantásticos, sacados de cualquier pesadilla gótica (en especial esa enorme casa con goteras, agujeros y nieve, mucha nieve) y, cómo no, fantasmas.

Pero si uno examina con claridad la propuesta de ‘La cumbre escarlata’ verá como hay claramente dos películas que no terminan de confluir ni de ponerse de acuerdo. Por un lado tenemos la trama de la historia principal, floja, que se ve a la legua el desenlace final de la película. Incluso escama el comportamiento del personaje principal (e interpretado por Mia Wasikowska). Supuestamente parece una chica un poco adelantada a su época, que cae profundamente enamorada de un hombre que no le conviene. Pero cuesta creer que esté tan completamente cegada por amor (una suerte de Isabel Pantoja de la época) como para que la cueste darse cuenta de lo que en verdad está sucediendo.

Y por el otro lado tenemos la historia de fantasmas, que aparecen y desaparecen al son al que al señor del Toro le apetece. Hubiera estado bien encontrar un porqué a las apariciones más allá de la infancia de la niña. Un argumento que me parece débil y que, sumada a la fragilidad de la historia principal, hace que la película tenga poco fondo.

Pero como decía, la película tiene cositas que la mantienen dentro de la marca del director. Además cuenta con un par de actores capaces de disfrutar de sus personajes. Poco hace falta para Tom Hiddleston resulte inquietante, pero la Chastain está excepcional.

‘La cumbre escarlata’ está lejos de ser la obra cumbre de un director del que siempre se espera mucho más, pero entretiene y se deja ver.

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