Si se supera el par de handicaps iniciales que tiene ‘The Way Back’, es muy probable que terminéis enganchados a lo nuevo del director Gavin O’Connor. Pero esos dos prejuicios iniciales bien me han hecho pensarme dos veces el verla o quitarla durante sus primeros veinte minutos. Lo primero es que, nada más que arranca, sabes que esto ya lo has visto y que, muy probablemente, te la sabes entera. Lo segundo, que empieza tan a piñón con su parte dramática, que me cuesta conectar sin conocer más al personaje.

Luego está el hecho de que este personaje en manos de otro actor habría dado mucho más juego pero, seamos justos, el orondo Affleck no hace una mala función. Aquí da vida a un exjugador de baloncesto estancado tanto en su vida profesional como sentimental por una serie de desafortunados acontecimientos que no voy a desvelar pero que, una vez vista la película, da a su personaje una complejidad que realmente llama la atención. No es que lo haya pasado mal, es que lo ha pasado realmente FATAL. De ahí que el pobre hombre se beba hasta el agua de los floreros.

Como digo, superado ese impacto inicial, el buen hacer de su director, termina convirtiendo la cinta en un buen drama deportivo con el alcoholismo como telón de fondo. El rol de entrenador le hace salir de la rutina, el conocer a los muchachos (y los inevitables roces que surgen con ellos) le hace ir sintiéndose mejor consigo mismo y, también hace que el espectador se acerque a lo que pasa en pantalla. Su primera victoria te sacará una sonrisa.

Así, ‘The Way Back’ es probable que no termine pasando a la historia, pero si que te entretendrá una tarde tonta de domingo.

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