Tengo una particular debilidad por las películas que cuentan cuentos (estilo ‘Big Fish’, estilo ‘La Princesa Prometida’), historias rocambolescas casi a modo de leyendas que me arrancan una sonrisa siempre que las veo.

En ‘Cuento de Invierno’ tenemos la enésima revisión del combate entre el bien y el mal, de los ángeles presentados en sus diversas formas y de los demonios comandados por Russell Crowe en modo villano (amén de una pequeña sorpresa a modo de Lucifer que no pienso descubrir aquí).

Y aunque el argumento tiene buenas ideas y algunas bastante originales (Akiva Goldsman está detrás de esto, el habitual guionista responsable de ‘Fringe’ que debuta como director), se dispone de presupuesto y un reparto capaz de enganchar al gran público, hay algo que acaba convirtiendo la película en un entretenimiento pesado, casi plomizo. Su ritmo narrativo es tremendamente lento, haciendo la película a ratos muy irregular. Da la sensación de que pasan muy poquitas cosas como para atraer la atención, haciendo que la magia del cuento se acabe perdiendo.

Es cierto que en este tipo de películas tenemos que abandonar la lógica y la razón y ese no es el defecto de la cinta, el defecto es la falta de acción. Los personajes interactúan entre ellos sin que de la impresión de que la trama avance demasiado. O quizás el tráiler nos contaba demasiada historia.

Tampoco creo que sea tan sumamente mala como la pinta toda la crítica internacional, que la ha destrozado sin ningún tipo de piedad. No está mal actuada y ni mucho menos mal hecha. Su mensaje es sencillo y claro: el amor es eterno y todo lo puede. Quizás otros esperaban otro tipo de historia.

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