Robert Rodriguez se ha llevado un varapalo importante de crítica y público con ‘Sin City: Una dama por la que matar’. Se habla, incluso, de la película menos rentable del año y a día de hoy no tiene fecha de distribución en España (quizás llegue directa a DVD como ‘Machete Kills’ pero para eso aún habrá que esperar). Como servidor no se podía creer lo que leía por la red, decidió echar un ojo y evaluar el desastre.

¿Desastre? ¿En serio?

Creo que la crítica especializada se ha cebado con Robert Rodriguez por su, tal vez, cansino chiste sobre la saga Machete y su intención de hacer una tercera entrega. Creo que ha pesado más la opinión que se tiene del realizador y se le ha castigado por tardar casi diez años en realizar la secuela. Porque si no, no lo entiendo.

Servidor, viajó de nuevo a la ciudad del pecado, en esos paisajes de tonalidades blanco y azul en la que solo los ojos verdes de Ava Lord o el angelical rostro de Marcy eran capaces de dar color. Viajé, gustosamente, para reencontrarme con viejos personajes en una historia enmarcada, temporalmente, entre medias de algunas de las historias que sucedían en la primera entrega. Me divertí y me entretuve y soy incapaz de encontrar otra explicación a tal fracaso.

Es una película inferior a su predecesora, quizás porque la estética ya no nos pilla de sorpresa, quizás porque alguna historia termina de una forma pelín brusca (como la de Johnny). Pero una vez más, me sumergí en las historias propias del cine negro, de policías, de tipos rudos y duros, de strippers asesinas, de femmes fatale. ‘Sin City: Una dama por la que matar’ es una dignísima secuela de su predecesora en la que una vez más quedas maravillado por la puesta en escena y el juego de colores.

Es una pena que, tras su fracaso en USA, un tercer viaje a ciudad del pecado sea casi utópico.

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