Preguntarse si realmente es importante la educación en un contexto de los años sesenta en Londres, antes de la liberación de la mujer es un material muy interesante que logra manifestarse con creces en este film de la directora de las aceptables "Italiano para principiantes" y "Wilbur se quiere suicidar". Aquí Lone Scherfig trata con elegancia, romanticismo, sutileza y contención una historia de manera que el guión resulta inteligente, con buenos diálogos, logra emocionar, la fotografía es cautivadora y la ambientación detallada. Pero por encima de todo está el atractivo reparto encabezado por una gran estrella que se alza con su personaje, Carey Mulligan, que merece el Oscar por encima de Sandra Bullock y con permiso de Meryl Streep. Ella es el principal motor y lo que hace que la película sea notable al adentrarnos en su mundo que se tambalea. También Peter Sarsgaard realiza un buen trabajo como el causante del movimiento interior que produce en la protagonista. Así, aunque lo mejor pueda ser la interpretación de la actriz, tiene su mérito conseguir que el film nos haga pensar en que puede cambiar o informar al espectador, con humanidad y sin dramatismo.