Partiendo del hecho de que su argumento es verdaderamente inverosímil, es una obra curiosa y original que plantea tanto un viaje digamos iniciático como una historia de supervivencia, y también la búsqueda de un hogar y una familia por parte del niño huérfano que protagoniza esta historia, encarnado por un Fergus McClelland que da bien en pantalla por su físico inocente, pero que, sin embargo, resulta un poco inexpresivo como actor, sobre todo comparado con un actor tan competente como Edward G. Robinson.

Destacan algunos detalles del argumento, como el que las autoridades egipcias dejen al niño protagonista abandonado a su suerte tras la muerte de sus padres, y el hecho de que éstos mueran a causa del bombardeo de un avión que seguramente es tan británico como ellos mismos.