Ésta es una película de terror tan negra, tan macabra, tan hiriente, tan sarcástica, e incluso tan desesperada y cruel, que no parece estadounidense, y sin embargo lo es, y bien se nota que lo es, por presentar el tema de la familia y en concreto el de la familia en peligro, que en las décadas siguientes tendrá un gran desarrollo en el cine fantástico de los EE.UU. El personaje del chico muerto que se aparece como un fantasma que da buenos consejos a Dale Midkiff recuerda a un personaje similar de la previa obra "Un hombre-lobo americano en Londres" (An American Werewolf in London, 1981), de John Landis, y la maldad infantil del niño zombi de la película de Lambert está curiosamente emparentada con el protagonista de una cinta coetánea como la genial "Muñeco diabólico" (Child's Play, 1988), de Tom Holland. Stephen King, autor del argumento y del guión, aparece en un breve papel.

Para mí es una estupenda película de terror sobre deseos cumplidos que destruyen al que los desea. La historia es tan potente como parábola moral que los puntos flacos del conjunto, como la inexpresividad de Dale Midkiff, pueden ser perdonados. Y no comparto en absoluto la para mí injusta nota global que Filmaffinity da a esta joya del cine de terror.