Secuelas del éxito Insidious que ahondan en los sobrenaturales sucesos que rodean a la familia Lambert. El capítulo 2 es una continuación de la anterior mientras que el tercer capítulo es una precuela de la saga que intenta dar sentido a las causas de lo que después ocurre.

James Wan (de ahora en adelante Jaime Miedo), al que pronto veremos estrenar The Conjuring 2, consigue alargar, a medias, el éxito de la primera entrega. Aire retro de las películas de los años 70-80, continuos sustos al espectador y guiños al pasado, hacen de la segunda parte un buen recurso al que acudir en el videoclub cuando ni en el cine, ni en la televisión hay otras opciones. Los protagonistas Patrick Wilson y Rose Byrne están correctos, sobre todo el primero con ese lado oscuro. Aunque la auténtica robaescenas es Lin Shaye, copotragonista de la tercera entrega, junto con la pareja de mediums de medio pelo, que aportan la parte cómica de la saga y provocan el único descanso en el espectador entre susto y susto.

Es una saga que provoca miedo, que hay una historia detrás que tiene sentido y da veracidad al argumento. Pero la tercera parte rebaja el listón de las dos anteriores, en un intento de alargar la taquilla. Aunque justo es reconocer su potencia estética, el propio James Wan cede el testigo en su dirección, tal vez conocedor que la historia era más floja y sin querer tener un punto negro en su acertada y terrorífica filmografía. Si hubiera cuarto capítulo…que no cuenten conmigo.

Lo mejor: La capacidad de asustar al espectador, de meterle el miedo en el cuerpo, sin apenas efectos especiales. Las escenas en la “otra fase” de la segunda entrega y las que ocurren en la cama con la protagonista de la tercera.

Lo peor: La tercera entrega es un alargue a mi juicio innecesario y con multitud de grietas en el guión. El padre de la protagonista de la tercera, Dermot Mulroney, más que un papel de película de terror pegaría más en una cómica con Mr. Bean, por todas las muecas y caras que pone.

Nota: 5 Sacapuntas