Una mañana como otra cualquiera en un bar castizo de Madrid, varios clientes desayunan o pasan el rato como pueden sin tener ni la menor idea que su vida está a punto de cambiar para siempre. Todo transcurre con normalidad hasta que uno de ellos sale a la calle y es asesinado de un disparo en la cabeza.

Empezar la crítica personal diciendo que nos engañan con esta película desde antes de que empiece. Desde la sinópsis, el tráiler, la promoción,…todo nos hace pensar que veremos una película de suspense, tipo el Cluedo de adivina quién es el asesino o una novela de Agatha Christie, pero nada más lejos de la realidad. No diré spoiler pero vamos, que en cuanto quitas el envoltorio y pasan los minutos…de eso no pasa nada de nada. Álex de la Iglesia lleva tiempo juntando para si a lo más selecto del firmamento actoral de este país pero sus películas no pasan del aprobado raspado, ningún bodrio pero tampoco nada que merezca la pena recordar, desde la muy lejana ya en el tiempo Crimen Ferpecto. Todos esperamos siempre de él una cosecha buena o excelente con la que deleitar nuestro paladar, pero no deja de elaborar vinos del año, cosecheros, el típico tetra brik peleón. Y este encierro obligado en esta tasca mugrienta de poca monta, con olor a callos y a calamares rancios, solo sirve para darnos cuenta que todos los seres humanos somos unos egoístas, unos desconfiados y unos hipócritas. Y el que no es todo eso y merece la pena, se lo cargan en la primera escena, o lo que es peor, vive incomprendido para siempre ante los ojos de gente que solo piensa en qué cenar esta noche o en dónde ir en sus próximas vacaciones.

Sacapuntas de oro: El apotéosico (y vociferante) final, cual aquelarre pasado por agua, con un espléndido Jaime Ordóñez, que ya es sin duda mucho más que aquel chico del anuncio de los míticos Micro Machines. Nos sentimos parte del mobiliario del bar. El tono irónico, de comedia negra, en qué transcurre todo.

Sacapuntas de madera: Que sirva para el lucimiento personal (y corporal) de no pocos actores, veáse Blanca Suárez y Mario Casas. Que la Machi esté tan poco aprovechada. Que cuando se descubre el pastel, se pierde la emoción y la capacidad de sorprendernos Que esté alargada para rellenar metraje.

Nota: 5 Sacapuntas.