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Voto de manulynk:
9
7,2
37.929
Drama. Intriga
En 1913, en vísperas de la Gran Guerra (1914-1918), extraños acontecimientos, que poco a poco toman carácter de castigo ritual, se dan cita en un pequeño pueblo protestante del norte de Alemania. Los niños y adolescentes del coro del colegio y de la iglesia dirigido por el maestro, sus familias, el barón, el encargado, el médico, la comadrona, y los granjeros conforman una historia que reflexiona sobre los orígenes del nazismo en ... [+]
5 de septiembre de 2010
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El realizador Michael Haneke pese a no ser lo que se suele conocer como un "director comercial", ha conseguido que sus films no dejen indiferente a nadie, ya sea para lo bueno o para lo malo. Esto es debido no tanto por su estilo a la hora de contar sus películas (pese a que contiene aspectos muy interesantes a destacar en toda su filmografía) sino por lo que cuenta, que en ocasiones no está exento de polémica.
Tras copiarse a sí mismo a uno de sus films más polémicos ("Funny Games"), Haneke vuelve a retomar sus propios intereses, contándonos la historia de una modesta comunidad alemana durante los años prévios a la Primera Guerra Mundial. Con un tono sobrio, una espléndida fotografía en blanco y negro y un ritmo cansino, la cámara de Haneke sigue a unos cuantos de los miembros de esta comunidad, sin que destaque ningún personaje por encima de otro, reforzando así la visión de un mundo opaco, cerrado en sí mismo, y al mismo tiempo dando una impresión de distancia, frialdad que transmiten sus imágenes (y no sólo por la cantidad de paisajes helados que nos muestra el realizador). El estilo de Haneke tiene algo de Bergman pero el que más explícitamente se manifiesta es del Dreyer, cuya influencia se deja notar sobretodo en la composición casi pictórica de la puesta en escena.
Pero este entorno que nos dibuja Haneke cotidiano, casi aburrido, dista mucho de ser idílico. Hay algo de inquietante que corre subterráneamente y se destila de forma sutil a través de sus imágenes, sin mostrarlo explícitamente. De hecho, se podría calificar el film como violento, aun sin que el realizador muestre esa violencia. Es como si se transmitiera una atmósfera opresiva, a través de los hechos cotidianos que va narrando, y del que el único hilo conductor parece ser el profesor del pueblo que se autoatribuye el papel de narrador de la historia. Una historia que cuenta muchas cosas, sin decir en realidad nada. El excesivo formalismo y distancia social entre sus habitantes (no olvidemos que estamos a principios dels siglo XX y las conveciones sociales son muy fuertes), así como la férrea educación religiosa y moral que reciben los niños, sobretodo la que viene directamente de sus progenitores contribuyen a crear ese clima de desasosiego permanente, que da la sensación que está ocurriendo algo, y que ese algo tiene que ver con los niños del pueblo. Algunos accidentes puntuales que jalonan el relato parecen apuntar hacía esa dirección, aunque tampoco los mayores están exentos de “pecado”. Pero Haneke siempre nos esconde esos actos más violentos, ya sea a base de elipsis, ya sea apartando delicadamente la cámara y dejando que suceda fuera de campo.
(sigue)
Tras copiarse a sí mismo a uno de sus films más polémicos ("Funny Games"), Haneke vuelve a retomar sus propios intereses, contándonos la historia de una modesta comunidad alemana durante los años prévios a la Primera Guerra Mundial. Con un tono sobrio, una espléndida fotografía en blanco y negro y un ritmo cansino, la cámara de Haneke sigue a unos cuantos de los miembros de esta comunidad, sin que destaque ningún personaje por encima de otro, reforzando así la visión de un mundo opaco, cerrado en sí mismo, y al mismo tiempo dando una impresión de distancia, frialdad que transmiten sus imágenes (y no sólo por la cantidad de paisajes helados que nos muestra el realizador). El estilo de Haneke tiene algo de Bergman pero el que más explícitamente se manifiesta es del Dreyer, cuya influencia se deja notar sobretodo en la composición casi pictórica de la puesta en escena.
Pero este entorno que nos dibuja Haneke cotidiano, casi aburrido, dista mucho de ser idílico. Hay algo de inquietante que corre subterráneamente y se destila de forma sutil a través de sus imágenes, sin mostrarlo explícitamente. De hecho, se podría calificar el film como violento, aun sin que el realizador muestre esa violencia. Es como si se transmitiera una atmósfera opresiva, a través de los hechos cotidianos que va narrando, y del que el único hilo conductor parece ser el profesor del pueblo que se autoatribuye el papel de narrador de la historia. Una historia que cuenta muchas cosas, sin decir en realidad nada. El excesivo formalismo y distancia social entre sus habitantes (no olvidemos que estamos a principios dels siglo XX y las conveciones sociales son muy fuertes), así como la férrea educación religiosa y moral que reciben los niños, sobretodo la que viene directamente de sus progenitores contribuyen a crear ese clima de desasosiego permanente, que da la sensación que está ocurriendo algo, y que ese algo tiene que ver con los niños del pueblo. Algunos accidentes puntuales que jalonan el relato parecen apuntar hacía esa dirección, aunque tampoco los mayores están exentos de “pecado”. Pero Haneke siempre nos esconde esos actos más violentos, ya sea a base de elipsis, ya sea apartando delicadamente la cámara y dejando que suceda fuera de campo.
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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
De alguna forma, Haneke en su afán por ir hasta el fondo del asunto, nos quiere hablar del origen del Mal (en mayúsculas), de una forma que seguramente haría sonrojar a Rousseau, puesto que para el realizador es la propia sociedad la que genera la violencia y la brutalidad, que se acaba exteriorizando, irónicamente, a través de la que deberia ser su parte más inocente y más “pura”: los niños. Ellos son los que recogen una herencia que viene ya de por sí emponzoñada debido a la rigidez de sus formas sociales, la religión, y en definitiva todos los elementos que harán de ellos unos hombres y mujeres el día de mañana y que ante determinadas situaciones reaccionaran tal y como les han transmitido sus padres: con violencia y brutalidad.
Teniendo en cuenta que los niños que retrata el film son alemanes y en los años 30 tendrán la edad sufiente como para formar parte activa de la Alemania nazi, lógicamente, la primera idea que se pone de manifiesto es que Haneke nos ha querido ofrecer un film sobre el origen del nazismo. Y no será desacertada en absoluto. Sin embargo, parece que Haneke quiere ir más allá, en realidad parece que Haneke quiere hablarnos, además, de como se forman los totalitarismos, en general, y de cómo la violencia se asume desde la más tierna infancia, por lo que una vez que somos mayores, no nos cuesta mucho hacer uso de ella puesto que va impresa en nuestro código social.
Incluso el hecho que el film acabe con el estallido de la Primera Guerra Mundial, no es casual. Durante más de dos horas vemos como la violencia, la agresividad está bien enquistada en el interior de todos los miembros de la comunidad alemana, pero no es específica de esa comunidad, más bien es algo común en todos los países, de ahí que el film termine justamente con el principio de la Gran Guerra (como se le llamó en realidad). Después de lo que hemos visto, ya no nos extraña tanto que nos matemos en un campo de batalla...
El film, puede no gustar por la forma de contar tan anodina que tiene Haneke, sin banda sonora, o puede poner los pelos de punta por el desasosiego que transmiten sus imágenes. Pero lo que no se puede negar es que el realizador ha vuelto a conseguir un film que, pueda parecer bueno o malo, da que hablar, y sobretodo da que pensar, lo que no es poco para los tiempos que corren.
Teniendo en cuenta que los niños que retrata el film son alemanes y en los años 30 tendrán la edad sufiente como para formar parte activa de la Alemania nazi, lógicamente, la primera idea que se pone de manifiesto es que Haneke nos ha querido ofrecer un film sobre el origen del nazismo. Y no será desacertada en absoluto. Sin embargo, parece que Haneke quiere ir más allá, en realidad parece que Haneke quiere hablarnos, además, de como se forman los totalitarismos, en general, y de cómo la violencia se asume desde la más tierna infancia, por lo que una vez que somos mayores, no nos cuesta mucho hacer uso de ella puesto que va impresa en nuestro código social.
Incluso el hecho que el film acabe con el estallido de la Primera Guerra Mundial, no es casual. Durante más de dos horas vemos como la violencia, la agresividad está bien enquistada en el interior de todos los miembros de la comunidad alemana, pero no es específica de esa comunidad, más bien es algo común en todos los países, de ahí que el film termine justamente con el principio de la Gran Guerra (como se le llamó en realidad). Después de lo que hemos visto, ya no nos extraña tanto que nos matemos en un campo de batalla...
El film, puede no gustar por la forma de contar tan anodina que tiene Haneke, sin banda sonora, o puede poner los pelos de punta por el desasosiego que transmiten sus imágenes. Pero lo que no se puede negar es que el realizador ha vuelto a conseguir un film que, pueda parecer bueno o malo, da que hablar, y sobretodo da que pensar, lo que no es poco para los tiempos que corren.