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Voto de manulynk:
7
5,4
10.034
Thriller. Drama
Terence McDonagh (Nicolas Cage), un teniente de la policía muy poco ejemplar, adicto al juego y a las drogas, investiga el asesinato de cinco inmigrantes senegaleses en Nueva Orleáns. Remake de la película "Teniente corrupto", dirigida por Abel Ferrara en 1992 y protagonizada por Harvey Keitel. (FILMAFFINITY)
26 de septiembre de 2010
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Normalmente, los remakes suelen aprovechar anteriores películas de éxito, de forma que además de “captar” nuevos espectadores, se aseguran a los antiguos. Por ello, de entrada es difícil entender porqué los productores han escogido un film de Abel Ferrara de principios de los años 90, para hacer una nueva versión, ya que por un lado Ferrara no es que sea un director comercial precisamente, y sus films, aunque tiene los suficientes seguidores como para ser considerado como director de culto, no son son excesivamente conocidos. Por otro lado, teniendo en cuenta que estamos hablando de un cineasta de los considerados “independientes” (tal y como se entendía este término en los años 90), Ferrara no se cortó a la hora de retratar con su cámara aspectos escabrosos del comportamiento humano no exentos de polémica.
Por ello, sorprende la elección de este film en concreto (en el que Ferrara volcó la imagen de una sociedad en descomposición, a través de un representante de la ley), para ofrecernos una nueva versión, que, teniendo en cuenta la elección de su protagonista, ya intuimos que va a ser más edulcorada que la original.
El realizador Werner Herzog, es el encargado de este “remake”, que cambia las aceras de Nueva York por las de Nueva Orleáns, iniciando el film justamente en el momento de la llegada del tristemente conocido huracán Katrina que desvastó la ciudad. Justamente, tras ese momento, es ascendido a teniente Terence McDonagh (Nicholas Cage), por una acción que le dejará unas secuelas en forma de dolores de espalda y una adicción a los calmantes para combatir dichos dolores.
De alguna forma, Herzog pretende marcar distancias ya desde el principio con respecto al original al pintarnos a un personaje diferente al de Ferrara, cuyas motivaciones son también diferentes, e incluso el contexto en que se mueve este teniente es diferente. El hecho de situar la acción en Nueva Orleáns “post-Katrina” tampoco es gratuito, como si el paso del huracán significara un cambio en la mentalidad y en la forma de ver las cosas de sus habitantes, proporcionando así, una dimensión diferente a los excesos protagonizados por el teniente McDonagh mientras al mismo tiempo investiga el brutal asesinato de una familia de inmigrantes.
(sigue)
Por ello, sorprende la elección de este film en concreto (en el que Ferrara volcó la imagen de una sociedad en descomposición, a través de un representante de la ley), para ofrecernos una nueva versión, que, teniendo en cuenta la elección de su protagonista, ya intuimos que va a ser más edulcorada que la original.
El realizador Werner Herzog, es el encargado de este “remake”, que cambia las aceras de Nueva York por las de Nueva Orleáns, iniciando el film justamente en el momento de la llegada del tristemente conocido huracán Katrina que desvastó la ciudad. Justamente, tras ese momento, es ascendido a teniente Terence McDonagh (Nicholas Cage), por una acción que le dejará unas secuelas en forma de dolores de espalda y una adicción a los calmantes para combatir dichos dolores.
De alguna forma, Herzog pretende marcar distancias ya desde el principio con respecto al original al pintarnos a un personaje diferente al de Ferrara, cuyas motivaciones son también diferentes, e incluso el contexto en que se mueve este teniente es diferente. El hecho de situar la acción en Nueva Orleáns “post-Katrina” tampoco es gratuito, como si el paso del huracán significara un cambio en la mentalidad y en la forma de ver las cosas de sus habitantes, proporcionando así, una dimensión diferente a los excesos protagonizados por el teniente McDonagh mientras al mismo tiempo investiga el brutal asesinato de una familia de inmigrantes.
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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
También se desmarca Herzog en el plano estético, utilizando una gama de colores diferente, a través de la cual intenta resaltar un viaje alucinógeno, en el que el habitual histrionismo de Cage encuentra el espacio adecuado para desarrollar un personaje que de la mano de las drogas, va perdiendo cada vez más el contacto con la realidad conviertiéndose en un yonki, dispuesto a cualquier cosa con tal de conseguir la siguiente dosis. No hay redención para el personaje que retrata Herzog, ni siquiera intención de redimirse, por lo que el mensaje del film llega a ser igualmente desesperanzador, aunque en una línea diferente a la recorrida por Ferrara.
El film que nos ofrece Herzog tiene algo de inquietante, descorazonador, como un mal sueño (o una pesadilla), en el que vemos iguanas por todas las partes (incluyendo planos subjetivos de las mismas iguanas, como si fueran los propios reptiles los que contemplaran impasibles los hechos de la película), reforzando así la sensación de irrealidad que quiere transmitir su realizador.
El gran mérito de Herzog a la hora de afrontar este proyecto de encargo, es el de llevarlo a su propio territorio, retratando a un personaje totalmente superado por unas circunstancias que en ningún momento controla, ni parece tener intención de controlarlas. Tanto es así, que incluso elude la posible redención, volviendo a repetir los mismos comportamientos, cuando el destino parece darle una segunda oportunidad. Y todo ello con la complicidad de unos altos estamentos sociales, que parecen ausentes en todo momento, y que miran hacia otro lado cuando conviene. No cabe duda que, en este sentido, el realizador ha conseguido imponer su visión más pesimista y desesperanzadora de la vida.
A pesar de todo, hay que decir que se trata de un film un tanto irregular, que deambula casi sin rumbo, obligado por esa trayectoria sonambulesca de su protagonista (un Cage que mejora el registro de anteriores interpretaciones todo hay que decirlo), cuya sombra oculta personajes que podrían ser igualmente interesantes y que hubieran ayudado a matizar al mismo, como el de Val Kilmer o el de Eva Mendes (reducida totalmente al papel de “mujer florero” de la película), pero totalmente desaprovechados y subordinados a la gran estrella del film. Es posible que con otro protagonista menos mediático, Herzog hubiera conseguido mejores resultados, o al menos otros matices diferentes. Pero el film es el que es, un peculiar, y no exento de interés, descenso a los infiernos personal y sin espacio al arrepentimiento.
El film que nos ofrece Herzog tiene algo de inquietante, descorazonador, como un mal sueño (o una pesadilla), en el que vemos iguanas por todas las partes (incluyendo planos subjetivos de las mismas iguanas, como si fueran los propios reptiles los que contemplaran impasibles los hechos de la película), reforzando así la sensación de irrealidad que quiere transmitir su realizador.
El gran mérito de Herzog a la hora de afrontar este proyecto de encargo, es el de llevarlo a su propio territorio, retratando a un personaje totalmente superado por unas circunstancias que en ningún momento controla, ni parece tener intención de controlarlas. Tanto es así, que incluso elude la posible redención, volviendo a repetir los mismos comportamientos, cuando el destino parece darle una segunda oportunidad. Y todo ello con la complicidad de unos altos estamentos sociales, que parecen ausentes en todo momento, y que miran hacia otro lado cuando conviene. No cabe duda que, en este sentido, el realizador ha conseguido imponer su visión más pesimista y desesperanzadora de la vida.
A pesar de todo, hay que decir que se trata de un film un tanto irregular, que deambula casi sin rumbo, obligado por esa trayectoria sonambulesca de su protagonista (un Cage que mejora el registro de anteriores interpretaciones todo hay que decirlo), cuya sombra oculta personajes que podrían ser igualmente interesantes y que hubieran ayudado a matizar al mismo, como el de Val Kilmer o el de Eva Mendes (reducida totalmente al papel de “mujer florero” de la película), pero totalmente desaprovechados y subordinados a la gran estrella del film. Es posible que con otro protagonista menos mediático, Herzog hubiera conseguido mejores resultados, o al menos otros matices diferentes. Pero el film es el que es, un peculiar, y no exento de interés, descenso a los infiernos personal y sin espacio al arrepentimiento.