Nunca me he guiado por los premios, ni por su falta, para decidir ver una película. Ni para valorarla. Y menos después de ver esta. Tendrá un oso de oro del festival de Berlín, pero me parece mala.

Rodar con actores no profesionales a veces sale bien, pero entraña mucho riesgo. Y más si no se trata de uno solo. Los de esta película son más malos que la tiña. Estarán muy buscados por las zonas humildes de Madrid en aras del realismo, pero para mí que les ha salido el tiro por la culata. Igual que si me hubieran cogido a mí, por ejemplo, que nací y pasé los primeros años en Carabanchel Bajo.

La sobredosis de música tampoco ayuda. Creo que habría sido mucho mejor limitar la banda sonora a la canción "Si me das a elegir". Y puesta una sola vez, claro.

Yo no he visto delincuentes menos discretos que estos. Se van tan tranquilos a alquilar caballos, en los que montan a paso de tortuga; cada dos por tres están apalancados en la discoteca. Y todos juntos a todas partes, que es que parecen siameses.

De una banda de cuatro, tres tíos y una tía, sólo sobrevive ella, la más inexperta con diferencia. Qué casualidad y qué políticamente correcto.

Y por si todo esto fuera poco me aburre bastante.