Raoul Walsh también colaboró en la causa de la guerra con este film que aúna espionaje, aventuras y propaganda y que cuenta con un sólido reparto con Errol Flynn a la cabeza.

Contando con el aliciente de que la acción se sitúa en el Norte de Canadá ( pocas películas hemos visto sobre ese tema), la trama comienza fabulosa con ese submarino emergiendo entre los hielos que se disparan despedazados, en el que vemos a unos alemanes desembarcar para ejecutar alguna misión en territorio enemigo. Unos planos, una contraseña, unos trineos de perros y una excursión por los nevados paisajes de Canadá.

Las acciones iniciales son intensas y van a despertar nuestro interés y el argumento también se presenta sólido ya que el protagonista ( Errol Flynn), nos va a ser presentado de manera ambigua, donde su patriotismo va a ser puesto en duda por su ascendencia alemana, en lo que de primeras no vamos a saber si es un leal compatriota rechazado por los prejuicios de sus compañeros anglocanadienses o francocanadienses ( donde ya se apunta la insufrible superioridad con que se arrogan la pertenencia del país, tal y como sucede en EEUU) o si de veras es simpatizante de los nazis, (como unos modales demasiado amables con el nazi capturado parecen sugerir).
La primera mitad de la película discurre muy entretenida ya que se nos oculta información ( Flynn es arrestado y, pronto, liberado por los espías nazis) pero, luego, se resuelve ese misterio ( demasiado pronto quizá) y ahí ya la cinta se torna demasiado previsible con un Flynn que poco tiene que hacer en ella fuera de esperar a que los enemigos alcancen su objetivo. Aquí la cinta pierde tensión y fuelle ( supongo que esto es lo que no le perdonan sus seguidores a Walsh) con algún momento puntual ( la persecución de esquí), hasta llegar a la mina donde se resuelve con un buen final.
No es lo mejor de Walsh, de acuerdo, pero eso no quiere decir que esta cinta no sea disfrutable. A mí me ha resultado muy entretenida de principio a fin.