Interesante película a cargo del elegante y romántico Frank Borzage, en la que nos da una visión poco cultivada por otros cineastas, como es la descomposición de los núcleos familiares y amistosos con la irrupción del nazismo en Alemania.
Nos cuentan la historia de un venerado profesor judío, casado con una mujer de raza aria y madre de tres hijos, así como el entorno de esa familia. El novio de su hijastra y el amigo íntimo de sus hijastros.
La película comienza con el nombramiento de Hitler como canciller alemán, cuya noticia es recibida con alegría y esperanza por unos y con preocupación por otros.
Y desgraciadamente, este comienzo es en mi opinión el error de bulto que cometen los guionistas.
Toda la película se centra en manifestar cómo esa familia, otrora tan unida, se va radicalizando a medida que las circunstancias les van obligando a tomar partido en una u otra dirección, haciendo que afloren sentimientos fanáticos e intolerantes, en los que el deber patriótico es lo primero, frente a lealtades y generosidad de los que priman el afecto y la humanidad por encima de todo.
Y claro, resulta muy poco creíble. Los guionistas no se molestan en tratar de dedicar unos minutos a la contextualización de la situación socioeconómica de la Alemania de entonces. No se molestan en explicar que los ciudadanos y por tanto las familias, ya debían estar divididos mucho antes por sus ideas respecto a cómo podían salir de la situación en que, la derrota de la primera Guerra Mundial y las condiciones impuestas por los vencedores, se encontraban. Por lo tanto, nos muestran una familia happy flower , que de la noche a la mañana, parecen renegar y repudiar unos a otros, hijos a padre, novia a novio, amigos a amigo, alumnos a profesor...con tal rapidez que da la impresión que lo del nazismo fue en realidad una bacteria que se encontraba en el grifo de los hogares y de la que todos se contagiaron y no una ideología, terrible y largamente elaborada, que se fue gestando poco a poco como una larva y que se encontraba en el interior no sólo de Alemania, sino de gran parte de Europa.
Pero claro, esta es una película hecha en 1940, justo cuando estalló la segunda Guerra Mundial, aunque EEUU todavía no había entrado en el conflicto.
Y en ese sentido, hay que reconocer que es una película valiente y muy bien hecha. A Borzage no se le pueden poner pegas de cómo resuelve los diferentes conflictos y situaciones que se dan en la película siempre con su estilo altamente romántico e idealista.
La pena es esa. Si en vez de entrar en el meollo del asunto se hubiesen molestado en tratar de desarrollar un poco las motivaciones y transformaciones de los personajes de forma más paulatina, el film habría ganado mucho en credibilidad y, por lo tanto, en calidad.